sábado, 27 de febrero de 2010

Más allá de sus narices

Por: Pompeyo Márquez

Cuando observamos la primitiva reacción de los principales voceros del oficialismo frente a la renuncia que hace el gobernador Henri Falcón a su militancia en el PSUV, una organización carcomida por la lucha grupal, llena de arribistas y oportunistas, burocratizada como todo partido organizado desde el poder, no podemos menos que acudir al refranero popular y decirles que no ven más allá de sus narices.

No sólo son incapaces para gobernar, comenzando por el autócrata, sino también sordos y ciegos ante lo que sucede en la sociedad venezolana.

El más elemental análisis de lo que ocurre conduce a la afirmación de que este régimen entró en declive y se acerca una definición de la crisis. Como toda crisis política, tiene características ineludibles: se incorporan nuevos actores cada día que provienen del campo oficialista, y por tanto crecen las fuerzas que buscan una salida democrática, constitucional y pacífica y nada tiene de raro que el comienzo de su solución sea inédita, vale decir que nadie puede prever exactamente cómo va a ser el desenlace. Esa es la historia de Venezuela. Podríamos citar varios ejemplos.

Daremos dos: Uno, cuando muere el dictador Gómez el curso que toman los acontecimientos con López Contreras y Medina.

Dos: El 23 de enero, fruto de una resistencia contra una dictadura militar que en sus últimos años tomó el atajo del terrorismo. Se planteó como una necesidad la formación de la más amplia unidad nacional para poner fin a ese régimen de terror y alcanzar el funcionamiento democrático que durará 40 años.

Transición que se efectuó pacíficamente con Larrazábal a la cabeza, un desconocido hasta ese día, y un movimiento dirigido por un grupo anónimo bajo el tradicional nombre de Junta Patriótica.

Llegó la hora de cambiar. Basta de tantos odios, desaciertos, violaciones a la Constitución Nacional. Hoy se puede gritar a los cuatro vientos que existe una mayoría que repudia la actuación del régimen. Esta autocracia militarista con tendencias totalitarias al estilo cubano fracasó y debe ser reemplazada por un gobierno de amplitud que inicie la reconstrucción del país que ve destruidas sus instituciones, su aparato productivo, su convivencia democrática.

La Carta de Falcón a Chávez resume un poderoso sentimiento nacional de reconciliación nacional, de respeto a la Constitución, de ponerle fin a las actuaciones de un autócrata que se cree dueño del país. Una sociedad dirigida de esa manera, dividida y sometida a los odios primitivos de un hombre y de sus fanáticos seguidores, sólo puede generar una involución histórica y a una involución en la calidad de vida.

Llegó la hora de cambiar. El 26 de septiembre es el inicio de ese cambio. Ganar la mayoría de la Asamblea Nacional y originar una nueva realidad política que tome en consideración las urgencias nacionales en las esferas más diversas tanto sociales como políticas. En esa dirección la palabra clave es la unidad de propósitos con una plataforma que vaya más allá del 26 de septiembre, que anuncie una nueva aurora y salgamos de esta pesadilla que abruma a la mayoría de los venezolanos.

sábado, 13 de febrero de 2010

Descubriendo a Lenín

Por: Alonso Moleiro

El presidente Chávez ha anunciado que debuta con lecturas de Lenin. El Estado y la revolución entre otras obras, parece ser su nueva palanca para interpretar la realidad nacional. Una confesión hecha mientras, de ladito, hacía otras: se siente marxista, aún cuando no ha leído nunca El Capital.

La tutela de Fidel Castro, su resuello, se siente en el pescuezo del alto gobierno. Padrinazgo este que le puede costar muy caro a la nación. Esto, mientras el PSUV, el partido del presidente Chávez, no dice nada en torno a su orientación doctrinaria, su relación con las formas de propiedad y su filiación con alguna u otra corriente de izquierda del globo.

Basta ser amigo de Miraflores y andar más o menos inconforme. Caben en el mismo saco los anarcosindicalistas y Lula como vocero del Foro Social Mundial Así anda el chavismo, hablando de comunas sin discutir nada, navegando mudo en torno a los antojos de su jefe.

Del libertario Chomsky , uno de los críticos más fieros del leninismo, al "bloque histórico" de Gramsci, el himno de la traición y el revisionismo de cualquier militante ultroso de los años 70.

Con todo y ser un indiscutible estratega político, llega tarde el Presidente a debates que tienen rato zanjados en el mundo entero. Con él, acostumbrados exclusivamente a tener jefes, desprovistos de opiniones propias, llegan tarde, al remolque, sus seguidores del PSUV.

Vladimir Lenin fue, ante todo, uno de los combatientes políticos más preclaros y brillantes del siglo XX. Lo cual no nos impide llegar a la más obvia de todas las conclusiones: fue un teórico bastante intrascendente.

Con la caída de El Muro de Berlín, lo que vino a morir definitivamente fue el leninismo. Todos los supuestos de su obra política rodaron por los suelos: la noción de vanguardia, el secuestro de la autonomía sindical, el partido único, la concepción de Estado. Hasta el centralismo democrático como palanca para tomar decisiones colectivas en política.

Compare sus postulados frente a los del "renegado" Karl Kaustky: no hay un solo movimiento de izquierda en el mundo desarrollado que no valore el pluripartidismo ni la democracia directa.

Piense que el senil y chorrocloco Fidel Castro, es el único político vivo, junto a algunos bolsones del trotskismo francés, que aún se molesta en darle algo de pertinencia.

No hay salvoconducto más breve a la locura en política que andar entrándole a Lenin después de viejo. Los postulados leninistas son como el acné: hay que digerirlos en la juventud para, a continuación, poner la cabeza en torno a lo que de verdad sucede en el mundo.

lunes, 8 de febrero de 2010

¿Simples convidados de piedra?

Por: Jorge Sánchez Meleán

La sorpresiva derogatoria de la ley del Fondo Intergubernamental para la Descentralización (Fides), aprobada en primera discusión el 2812010-01-30, es un nuevo y grave golpe a la provincia venezolana. El Fides, creado en 1993 para fortalecer financieramente al proceso de descentralización, fue el mecanismo claro, sencillo y transparente para darle participación a los estados y municipios en el producto de lo recaudado por un nuevo impuesto, al que de acuerdo a la Constitución de 1961 tenían derecho: el Impuesto al Valor Agregado (IVA). Fue concebido como un mecanismo para iniciar la descentralización fiscal, ampliando la asignación de recursos ordinarios de fuentes tributarias a los estados y municipios, más allá del situado constitucional.

Esa
participación se situó después de 1997 entre el 15 y el 20% de lo recaudado por ese impuesto. En 2006 se sitúa en un “porcentaje no inferior al 15%”, y se dan recursos con dudosa constitucionalidad a los consejos comunales. El monto asignado a los estados y municipios desde 1997 se reparte 45% en proporción a la población, 10% en proporción a la extensión territorial y 45% de acuerdo a un indicador de compensación interterritorial.

En consecuencia
, al pretender sustituir al Fides por el nuevo Fondo de Compensación Interterritorial (FCI), creado por la Constitución de 1999, se le está escamoteando a los estados y municipios el 55% de los recursos que recibían como participación en el IVA por concepto de población y territorio, que nada tienen que ver con la compensación interterritorial.

El FCI puede
crearse, si así lo considera el régimen, pero tomando sólo del Fides el 45% de los recursos que se destinan a la compensación interterritorial. El restante 55% debe seguir siendo percibido por los estados y municipios para financiar las inversiones que consideren prioritarias, en uso de su autonomía. Un diputado del régimen expresó: "Con el Fondo de Compensación vamos a fortalecer el sistema de comunas, el Estado comunal, el Estado socialista”. Esto es inaceptable e inconstitucional. Además, el FCI será creado por un reglamento que hará de los estados y municipios simples convidados de piedra en el reparto de los recursos provenientes del IVA, que el régimen repartirá de manera discrecional para financiar a la nueva geometría del poder socialista-comunista que se nos quiere imponer. ¿Y la provincia venezolana va a permanecer impasible?

Lula, dame luz

Por: Eliana Pineda

Brasil, país sudamericano, bañado por las impresionantes aguas del océano Atlántico, su gran tamaño lo hace limitar con todas las naciones suramericanas, excepto Chile y Ecuador. Su población ronda los 198 millones de habitantes, ubicado como el quinto más populoso a nivel global. Tierra de Caetano Veloso, Ana Belén, Roberto Carlos, Gal Costa, Pelé y Ronaldinho y de los seductores carnavales.

Dentro de su inmensa geografía posee la gigantesca cuenca del Amazonas, cuya selva está poblada por variedades excéntricas de especies de fauna y flora y el conjunto hidrográfico más caudaloso del planeta, la revelan naturalmente como el único pulmón vegetal del mundo.

De colonización portuguesa, Brasil es en la actualidad una república federativa, presidencialista, inspirada en el modelo estadounidense y su sistema legal sigue la tradición romano-germánica. Es la mayor economía de Latinoamérica y la segunda del continente americano, la octava a escala global; según el Banco Mundial forma parte, junto con Rusia, China e India, del grupo de países considerados potencias emergentes por su liderazgo en sectores industriales, mineros, agrícolas, ganadería y exportaciones textiles, figurando además como la tercera bolsa de valores del mercado total. Para variar la Fifa lo designó de manera oficial como la región que albergará la Copa Mundial de Fútbol 2014.

Todas estas impactantes bondades brasileñas hacen de este territorio algo extraordinario, pero en estos momentos venezolanos de recorte eléctrico y déficit energético, sólo anhelamos contar con la efectividad de las poderosas represas de Paulo Alfonso y Tres Marías en el río San Francisco y la hidroeléctrica Itaipu, la mayor del mundo en potencia instalada y compartida con Paraguay, las cuales a través de inversiones sostenidas y operaciones de manutención permanente por parte del Gobierno carioca, aplican medidas de medio y largo alcance a los servicios eléctricos para que en esa extensa nación constantemente se alumbre hasta el Maracaná. Lula, dale luz a Chávez porque está en la total oscuridad.

domingo, 7 de febrero de 2010

El país posible

Por: Vladimiro Mújica

Ser optimista en la Venezuela de estos tiempos parecería una ingenuidad suprema. Mucha gente me ha referido la desdichada frase del infame reverendo norteamericano Pat Robertson, quien dio su propia explicación del terremoto en Haití: el país fue desvastado por una maldición resultado de haber suscrito un pacto con el diablo.

Bajo este argumento, los venezolanos estamos pagando una conducta arcana que nos trajo a Chávez. Otra gente me ha citado con frecuencia la maravillosa frase de Antonio Gramsci: El pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad, para transmitirme que todo análisis racional de la situación venezolana lleva a ser pesimista y que lo único que se puede hacer es mantener la voluntad, a veces el voluntarismo, de resistir.

Sin ningún ánimo de ser ingenuo, y más bien apelando al realismo más cínico y brutal creo que hay muchas razones para ser optimista. Hace unos días en un editorial del Washington Post se analizaba la situación venezolana y se trataba en detalle el profundo fracaso de la mal llamada revolución bolivariana.

Uno a otro se tocaba en sucesión los fracasos nacionales e internacionales del chavismo y su líder supremo. El desastre de Honduras, el aislamiento continental, el fracaso de sus aventuras en Colombia, la corrupción nacional, el desencanto creciente de la gente con un gobierno corrupto e incapaz, el cataclismo del manejo de la crisis del agua y la electricidad, la inseguridad y, finalmente, la economía.

Pero más allá de todas los fracasos de esta década perdida para Venezuela, está el hecho sicológico y muy importante de que el ideario chavista no ha logrado prender en los corazones de los venezolanos.

Nuestra herencia de la tribu, como magistralmente llama Ana teresa Torres a la colección de atavismos históricos que nos impiden lograr un mejor destino para Venezuela, llevaron a muchos de nuestros compatriotas a creer en el espejismo chavista ante las carencias de una democracia que no se enfrentaba al problema de la exclusión social.

Pero la gente, incluso muchos chavistas y más de un oportunista disfrazado de opositor, ya no le cree a Chávez. Quizás le teme y mucho más lo tolera porque distribuye dádivas y permite que muchos se enriquezcan si aceptan su liderazgo. El chavismo ha perdido de manera irreversible el alma y el corazón de los venezolanos. Chávez lo sabe y es sólo cuestión de tiempo que ese estado de ánimo se exprese irreprimiblemente.

El chavismo como ideario está derrotado, pero la capacidad de daño del régimen es todavía muy grande. La violencia gravita pesadamente sobre nuestras vidas. La capacidad de las armas está solamente en un bando, así que la ruta de una salida violenta y caótica siempre perjudicará a la salida democrática.

La construcción del país posible, donde se reencuentren los venezolanos, depende crucialmente de que las elecciones a la Asamblea Nacional cobren la fuerza de un plebiscito sobre la permanencia de Chávez en el poder. Hacia allá deben dirigirse nuestros esfuerzos.

viernes, 5 de febrero de 2010

Cuatro febreros

Por: Fernando Luìs Egaña

El oficialismo es muy habilidoso en la práctica del "historicidio". Y ahora el ministro de Cultura anuncia un fondo especial para "el rescate de la memoria histórica", es decir para continuar promoviendo una versión de la historia venezolana que se entalle a las justificaciones retrospectivas de la llamada "revolución bolivarista". En esos tinglados el mes de febrero tiene una importancia casi mítica. Veamos.

El primer febrero del calendario rojillo es el de 1989. "El Caracazo" se presenta como el hecho precursor del socialismo del siglo XXI.

Su exaltación se hace de una manera tan fuera de contexto, que las graves violaciones a los derechos humanos cometidas por los efectivos militares se envuelven y silencian en un discurso apocalíptico en contra de la democracia representativa.

Tal es el delirio, que el señor Chávez anda formulando retorcidas analogías para amenazar a sus adversarios con nuevos "Caracazos"...

El segundo febrero, claro está, lo encarna el intento de golpe de Estado del 4F de 1992. En los anales de boinacolorá, la auto-apología de aquella insurrección castrense se equipara -y hasta empalidece- al 19 de Abril, el 5 de Julio o el 23 de Enero.

El meta-mensaje, como dirían los expertos, no es tan difícil de discernir: es en el golpismo y no en la política cívica donde se encuentra la legitimidad del poder. De allí que la consagración continuada del 4F termine siendo un estímulo para los uniformados que de pronto consideren que también les toca su hora gloriosa.

El tercer febrero se remonta a 11 años atrás, cuando empezaron los períodos presidenciales del señor Chávez. Y no importa que en ese tiempo el novel mandatario se esmerara en presentarse como un reformista civil alejado de los extremismos ideológicos, porque según la historia oficial el 2F de 1999 se inició la transición hacia la patria socialista y revolucionaria conforme a las coordenadas ejemplares de la revolución cubana.

Y el cuarto febrero lo estamos viviendo y padeciendo el conjunto de los venezolanos. Es el resultado de una década larga de división, desgobierno y destrucción.

Sus símbolos no están en una pretendida rebelión libertaria o en un triunfo electoral de amplia expectativa. No. Se representa por el racionamiento, la escasez, la carestía, la violencia delictiva, la represión, y la desmejora acelerada de la realidad nacional en todos sus ámbitos.

Es el llegadero de tanta insania en función gubernativa: la que hizo posible el malbaratar una de las mayores oportunidades de cambio positivo que haya tenido la trayectoria venezolana.

Y toda la palabrería que se vierta para conmemorar el primero, segundo y tercer febrero, ya no será suficiente para esconder la tragedia del cuarto.

miércoles, 3 de febrero de 2010

La palabra libre

Por: Juan Miguel Matheus

A pesar
de haber sufrido altos costos por ensañarse en contra de RCTV y de la libertad de expresión, ahora Chávez amenaza con juzgar a nuestro más refinado e inteligente humorista: Laureano Márquez.

¿Por qué? Porque Laureano lleva once años diciendo la verdad sobre este régimen, revistiéndola de humor y chispa criolla, lo cual la hace calar con más hondura en los corazones de quienes luchamos por una Venezuela sin Esteban.

Esta situación demuestra una vez más que la verdad es el arma más poderosa para pulverizar a un régimen totalitario. Laureano, al igual que RCTV, son símbolos de la dignidad de la palabra libre. Ésta deriva derechamente de la dignidad de la conciencia. Es su máxima expresión.

El contenido de la palabra libre es el contenido de la conciencia, que se comunica, que se manifiesta fuera de la propia interioridad.

Ello implica un proceso radicalmente humano que está en la base de la convivencia política: a través de la palabra libre vertemos sobre otros lo que nuestra conciencia señala en relación con lo bueno y lo malo, lo verdadero y lo falso, lo justo y lo injusto. Con la palabra libre comienza el diálogo interpersonal para compartir el bien del cual gozamos o el mal que padecemos.

En nuestro caso la palabra libre es el conducto para hacer patente que este régimen es totalitario, que pretende el control absoluto de todas las esferas de la vida de los venezolanos, que se sostiene por la mentira, la violencia y el miedo y que ha destruido el país hasta niveles insospechados.

O dicho de otro modo: la palabra libre nos permite a los venezolanos gritar con Laureano una verdad evidente para todos, incluso para los chavistas: que Chávez es la mayor fuente de nuestros males presentes.

Pero lo más importante es que Laureano nos enseña que al totalitarismo se le derrota afirmando la dimensión espiritual de la persona humana. El totalitarismo es un intento de aniquilar la espiritualidad del hombre.

Por eso el camino para derrotarlo es, precisamente, la exaltación del espíritu. Ello supone una disposición a sobrellevar el sufrimiento infligido por la brutalidad del poder. La dignidad de la palabra libre se acrecienta con la resistencia al mal.

A Laureano lo podrán encerrar en un calabozo pero no mudarán su conciencia ni destruirán el resplandor de su palabra libre. Cuando se le preguntó por Twitter si tenía miedo, respondió: “Sí. Pero lo aguanto como Jesucristo, que tuvo miedo y dijo: Abba Pater, hágase tu voluntad”.

Respuesta preñada de magnanimidad, reflejo de su finura interior. Allí está la clave para actuar según la conciencia y comprender que el sufrimiento causado por Chávez nos puede ganar méritos para la eternidad. Ése es el sentido de la frase “La verdad os hará libres”, que nos enseñó nuestro Señor Jesucristo. Ésa es la senda para una Venezuela sin Esteban.

martes, 2 de febrero de 2010

El cronista

Por: Marcelo Morán

Un anciano llegó con su nieto a pernoctar en un paraje que servía de punto de encuentro a numerosos viajeros que venían de la Alta Guajira así como los que regresaban de Maracaibo. Después de bajar de sus monturas, sacudieron a sombrerazos el polvo adherido a sus cuerpos y se dirigieron de inmediato a quien fungía como posadero en un bohío, techado a medias con palmas y completado armoniosamente con fibras resecas de cardón.

La noche estaba por caer y no había mejor escenario que ése sitio colocado adrede en medio camino para el descanso de los que aspiraban recorrer –como era el caso particular de ellos– una distancia superior a los doscientos kilómetros y con un incómodo arreo de vacunos.

El adolescente de catorce años, más que cansado estaba aburrido. Deseaba caer en un profundo sueño para despertar al otro día en Veritas y ahorrarse casi un mes de viaje a través de la sabana bulliciosa y polvorienta.

Un rato después, la tertulia dominaba el auditorio a cielo abierto donde un cacho de luna parecía imitar la forma de los chinchorros colgados por la decena de noctámbulos que allí se guarecían. El muchacho quería dormir pero era perturbado a cada momento por el rumiar de los animales, que se concentraban como sardinas en un corral hecho con cardones; sembrados pacientemente en forma rectangular, hasta que de pronto, fue derribado por el tropel de una narración muy bien llevada por la voz ronca de un hombre de elevada estatura que acababa de llegar, y cuyo comienzo era así:

“Un bongo remonta el Arauca bordeando las barrancas de la margen derecha”.

Y el final era de esta manera:

“Transcurre el tiempo prescrito por la ley para que Marisela pueda entrar en posesión de la herencia de la madre, de quien no se ha vuelto a saber noticias, y desaparece del Arauca el nombre de El Miedo y todo vuelve a ser Altamira”.

Esa noche nadie durmió comentando el relato que duró cuatro horas y dejó pasmados a todo el auditorio, entre ellos el muchacho.

Diez años más tarde, en 1949, el joven abandonó a su abuelo y fue a labrarse un mejor destino a las haciendas de Santa Bárbara del Zulia, que permanecer sin esperanza en la aridez de la remota península. Ya antes había estudiado la primaria en Paraguaipoa bajo la tutela del recordado maestro Orángel Abreu Semprún.

Allí permaneció varios meses como jornalero hasta ser reclutado y llegar a cumplir con el servicio militar en la ciudad de Caracas. Estando allá en una barraca, otro soldado compañero de litera le facilitó un libro: Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos. Lo leyó de cabo a rabo en dos días y pareció regresar con la lectura a aquella borrascosa noche del año 1939, cuando la oyó de boca de aquel narrador extraordinario. Un torbellino de dudas e interrogantes empezaron a asaltarlo.

¿Cómo pudieron recoger en ése libro aquel relato trasnochador de su adolescencia?

Y así poco a poco comenzó su investigación. Gallegos estuvo en la Guajira en el año 1941, es decir, dos años después de haber escuchado con su abuelo aquella historia tan fascinante, ¿entonces, cómo llegó a boca de aquel viajero?

El ejemplar de la obra que tenía en sus manos le dio algunas pistas: era una edición del año 1948 y en sus páginas preliminares se apreciaba que, Doña Bárbara, había sido publicada por primera vez en España en el año 1929: diez años antes de aquella grata narración.

Tan pronto fue dado de baja, en año 1951, encontró trabajo en la CANTV: en el cuartel se había especializado en equipos de telecomunicaciones. Ese mismo año conoció por casualidad a los profesores Ángel Rosenblat, Miguel Acosta Saignes, Walter Depuy y Marta Hildebrant, quienes trabajaban en un proyecto sobre lenguas indígenas dirigido por la Universidad Central de Venezuela y de la que no tardó en formar parte. En el año 1953, gracias a su asesoría se editó el primer diccionario Español Guajiro que se constituyó en un acto de justicia para nuestra olvidada etnia zuliana, de cuya existencia se sabía muy poco en esa Venezuela de entonces, en la que se llegaba a creer que, su referencia en la novela Sobre la Misma Tierra, no era más que el producto de una ficción bien llevada por la pluma de Gallegos, ambientada en un escenario tan inverosímil, que parecía no pertenecer a este mundo.

Después del éxito alcanzado por aquella publicación, se le permitió tener un espacio en una revista mensual del Ministerio de Justicia, que a la sazón, tenía a su cargo la defensa de los derechos indígenas. Aunque no fue un muy prolífico, sus escritos siguen siendo hoy fuente de consulta para los investigadores. Y fue así como en una temporada de vacaciones retornó a la Guajira para despejar aquella inmensa duda sobre Doña Bárbara. Preguntando aquí en otras partes, dio con el paradero del cronista a quien logró entrevistar, y al momento de preguntarle como había hecho para conocer la trama de la novela de Gallegos, respondió con la candidez digna de un santo:

“Me la contó un paisano que trabajaba conmigo en una hacienda de Perijá, hace tiempo: él sabía leer libros; en cambio yo, no tenía la menor idea de lo que era una letra del lenguaje de los alíjunas. Nunca fui a la escuela”.

Como el idioma wayuunaiki no tiene escritura propia, sus hablantes compensan con la memoria esa limitación, tal como se ejemplifica en el caso del genial narrador que se atrevió a contar en una noche de viento la novela Doña Bárbara a sus coterráneos, y entre los que se encontraba José Antonio Polanco de, sólo catorce años.

Luego de vivir varios años en Caracas, retornó a su terruño; la capital nunca lo deslumbró y lo apartó de su gente. Como cosa extraña, jamás volvió a escribir ni siquiera un párrafo sobre tantas cosas hermosas que todavía atesoraba y merecían ser conocidas para la posteridad, pero un día en la que me tocó visitarlo a su casa, apeló una vez más con asombrosa lucidez a su memoria, –como hacen todos los wayuu– y me contó ésta anécdota en el año 1984, después de transcurrir más de cuatro décadas de su audición en la Guajira.

José Antonio Polanco, era sin dudas el pionero de los escritores wayuu y pertenecía con mucho orgullo al clan Apshana, que tiene como símbolo totémico al zamuro. El resto de su vida lo pasó trabajando como radiotécnico al lado de sus tres pequeños hijos en un caserío de la comunidad de La Paz, en el municipio Jesús Enrique Lossada.

Murió el 04 de octubre de 1990, a los sesenta y cinco años de edad, en Maracaibo, rodeado por sus familiares y muy distante del fragor de su tierra natal.

El pagapeos

Por: Ender Arenas

Este Gobierno ha logrado crear una nueva categoría de funcionario, se llama el pagapeos. El pagapeos es el culpable de casi todo, obviamente, de todo lo malo. ay varios tipos de pagapeos. Está el pagapeos eléctrico, se caracteriza porque cuando el Presidente lo regaña en público, casi siempre en domingo, porque el racionamiento no le fue consultado termina por hacerse invisible y nadie más sabe nada de él.

Sin embargo, el pagapeos eléctrico, durante el regaño, se pone colorao de la arrechera, pero no dice nada, llega inclusive aplaudir y reírse del regaño y hasta pronuncia en alta voz: "Lo tengo merecido, Presidente, dígame más cosas horribles, póngame en evidencia frente a mis hijos, a mi mujer y mis padres. Usted tiene razón, le agradezco que eso de animal, haragán y cómplice del imperialismo sea muy poco, gracias por su condescendencia". Es importante decir que una vez a solas el pagapeos eléctrico comienza a gimotear y hace ruiditos como de fusible fundido. Esto es lo que dicen los últimos que pudieron ver al ex ministro Rodríguez cuando llegó a su casa y gritó: "desenchufen todo porque lo próximo que me van a quitar es el contrabando de luz". Hasta ahora nada se sabe de él. Este pagapeos se le conoce como desaparecido en combate.

Tenemos el pagapeos bancario, este funcionario durante un rato goza de privilegios y protección del alto gobierno, llega inclusive a amasar una gran fortuna y se amiga con los más influyentes funcionarios quienes lo abrazan, lo amapuchan, y lo ponen de ejemplo de verdadero banquero. Pero, luego, les llega la mala hora. ¡Ay, papá! El líder ordena que los metan presos o los persiguen, que le allanen sus casas y los obliga a salir casi en interiores a las islitas del caribe donde lloriquean y cabildean con los viejos amigos que les amenazan con quedarse con "lo suyo".

El pagapeos reiterativo, su mejor ejemplo, es Jesse Chacón, quien ha sido varias veces pagapeos, una y otra vez el líder lo revienta, algunas veces con consecuencias hasta en el núcleo familiar. Este pagapeos siempre espera ser llamado para volver a pagar los peos de quien es un maestro tirándoselos y mucho mejor tapándose la nariz y decir: "Uju, si hiede, yo no fui".

Hay otros, por ejemplo: el pagapeos eruptivo, pagapeos afroamericano, el pagapeos de ojos glaucos y bellos, el pagapeos religioso y muchos más, pues el líder siempre busca y encuentra.