miércoles, 27 de marzo de 2013

AMARGURAS (III).


Por: Víctor Hugo D’Paola

1.- La excelente periodista Elizabeth Araujo me entrevistó para Tal Cual. Una de las preguntas y la respuesta respectiva no fue publicada, seguramente por razones de espacio. Aquí incluyo la pregunta y la respuesta que me parecen importantes.

PREGUNTA. Hay un caso que impresiona, el de Marco Aurelio García, tal vez el asesor más influyente en la política de Brasil frente a Latinoamérica, y de quien se creía un izquierdista de avanzada, y ahora aparece como el defensor del chavismo ante el gobierno de Rousseff.

RESPUESTA. La política exterior de Brasil es una política de estado, es la misma, sea el Presidente Fernando Henrique Cardozo, Lula o Dilma Rousseff, la dirige Itamarati, y está reputada como un ejemplo de verdadera diplomacia. La representa el Canciller, en este caso Antonio Patriota, un funcionario de carrera. El partido izquierdista PT –Partido de los Trabajadores- lo fundó Lula, entre otros dirigentes, tiene su propia política internacional, esta la dirige Marco Aurelio García, radical, con influencias trotskistas, formado en el exilio en Chile y Buenos Aires. Tiene una oficina en Planalto, al lado de la presidencia, y es consultado en asuntos de América Latina. Muy amigo de los Castro de Cuba y también del chavismo venezolano, busca influir a favor de estos en la política exterior de Brasil. Lula le hacía caso, el dilema de la Rousseff es a quien seguir, aunque casi siempre se inclina por lo que diga Itamarati. Tanto el gobierno de Lula como el de Dilma, igual que el de Cardozo, han representado una socialdemocracia avanzada; el PT ha tenido que dejar de lado su radicalismo, además está marcado por graves casos de corrupción, donde aparecen con juicios condenatorios dirigentes tan importantes como José Dirceu y José Genaino, ministro de la casa presidencial de Lula el primero y Secretario General del partido, el segundo.

2.- Los últimos años, Hugo Chávez se hacía acompañar en actos oficiales y protocolares por su hija María Gabriela. Tal vez pensaba que ésta sería una especie de Keiko Fujimori y destacaría en la política. Si ese era el plan, no dio resultado y en la hora más dramática, la despedida, tuvo que optar por Maduro, uno de sus adláteres más cercano. Ahora vuelve María Gabriela, con una carta emotiva a su difunto padre. En la leída misiva ataca con gruesos epítetos a Henrique Capriles y a la oposición. Solo una cuestión le quisiéramos recordar a la hija del caudillo. Su padre estaba mal de una grave enfermedad, sin embargo engañó a los venezolanos al presentarse como candidato para una posición que no podría ejercer, la presidencia. Les mintió cuando dijo que estaba bien, que se encontraba curado de sus males. Un burdo engaño electorero  que le ha hecho mucho daño al país. Por supuesto, María Gabriela en su carta no se refiere a esto, que es imperdonable y pesa para la historia del líder chavista.

3.- Si quisieran sepultarlo en el Panteón Nacional, las normas establecidas les importaría poco, simplemente las cambiarían. No, en el Panteón hay mucha gente, incluso algunos que ahí no debieran estar. Se trata de ponerlo solo, como un verdadero dios de proyección infinita. Así escogieron el Museo Militar –lugar por cierto, del mayor fracaso militar del líder “invicto”-, le cambiaron el nombre (“Cuartel de la montaña”) y construyeron un mausoleo donde debe reposar solo el guerrero, para mayor gloria de los “héroes” del 4 de febrero. Peculado de uso, dice mi amigo Gonzalo González, ya que este edificio es del Ministerio de Defensa, y ahora es usado para la propaganda de un partido político. Solo como Napoleón en Les Invalides, verdaderamente gran estratega militar; como Lincoln –la democracia estadounidense le debe mucho a este anciano con visión de futuro- en Washington; como los Reyes Católicos en Granada, que reconquistaron Iberia de los musulmanes; también Franco, el tirano español, tiene su mausoleo en “El valle de los caídos”. Este, desgraciadamente fue vencedor en una guerra civil. Aunque el hombre de Sabaneta no tenga una epopeya relevante, la creación y mantenimiento del mito les hizo conveniente el mausoleo de La Planicie.

lunes, 25 de marzo de 2013

Angelitos Negros


Por: Ibsen Martinez

La semana pasada publiqué un artículo que suscitó en el chavismo un vendaval de mentadas de madre televisivas y una verdadera paliza virtual, propinada anónimamente a este servidor gracias a las llamadas redes sociales. Afortunadamente para mì, los porrazos hasta ahora sólo han sido virtuales y las amenazas a mi integridad personal no se han concretado.

La tradición periodística occidental recomienda no dejar pasar la ocasión, responder con otro artículo que deje ver cuán inútiles son las intimaciones a callar porque el aborrecido está ganado para la causa de la libertad deexpresión y nada ni nadie logrará et cétera ,etcétera.

La verdad, si bien no me siento en absoluto acobardado, debo admitir que los denuestos de Mario Silva , los tuits de Jorge Rodrìguez y el esfuerzo conjunto de la docena de malentretenidos que colmaron mi buzón de voz con la promesa de sodomizarme y exhortaciones a abandonar el país han logrado disuadirme de escribir sobre lo que pasa en Venezuela.

Al menos por una vez debería ocuparme de asuntos menos lacerantes para la tan jaleada "dignidad revolucionaria". Pero, ¡ay!, no puedo prometer nada porque la oferta de temas para la irrisión que ofrece el chavismo sin Chávez es demasiado suculenta, hasta para el talante más desaprensivo: ahí tiene usted, por ejemplo, la estampa llanera que la televisión gobiernera brindó en estos días: un Nicolás Maduro tocado con un sombrero de ala ancha, sentado justo en el medio de un semicírculo de seguidores, entre quienes se encontraba un militar en traje de faena. El grupo estaba, a su vez, en un reventadero de sol cuya inclemencia era apenas mitigada por una carpa.

Un árbol llanero y una hamaca brindaban el toque justo de galleguiano telurismo. ¡Ah, el sombrero de Maduro! Lo hemos visto en más de un desfile "cívico-militar", multiplicado en las cabecitas de innúmeros reclutas caracterizados de llaneros de Páez .

Es un modelo que, desde luego, nadie usa ya: no es invención mía que el tocado llanero por excelencia sea desde hace muchos años la simpática y demótica gorra de pelotero.

Sin embargo, Maduro se toca con un sombrero alón y adopta el continente grave de un daguerrotipo en el que, digamos, el general Joaquín Crespo, posase con el alto mando de la revolución de 1892 poco antes de la acción de Mata Carmelera.

Imagino que Maduro se pone ese sombrero para mejor subrayar el cariz campesino de la "misión" que, sin duda, estaba anunciando. Para ello incurre en tan simbólico anacronismo: este genuino astro de la impostación se disfraza de Ezequiel Zamora y se sienta bajo un merecure a perorar ante las cámaras para que nadie dude de su compromiso con la causa de borrar de la faz de Venezuela todo vestigio de latifundismo. Esto último es solamente lo que presumo que decía Maduro, disfrazado de Maisanta.

No puedo asegurarlo porque el monitor de la sala de redacción en que lo vi no tenía puesto el volumen, pero el efecto logrado era muy descorazonador: todos los circunstantes tenían cara de pena ajena, no sé si me explico. Cara de "cuando terminará esta vaina", cara de cuarenta grados a la sombra. En especial, el alto oficial de la fuerza armada.

Con todo, no abrigo la menor duda de que Maduro ganará las elecciones. ¡Ugh! ¿Qué he dicho? ¡Ahora serán los entusiastas de Henrique Capriles quienes me lapiden con sus tuits! Ya me parece estar leyéndolos: "¡Derrotista, escribidor de culebrones, ¿quién te estará pagando?" En fin, a lo hecho pecho: decía que pienso que Maduro ineluctablemente ha de ganar las elecciones del 14 de abril porque uno de los aportes culturales del chavismo a la antropología del colectivismo latinoamericano, con o sin Chávez, ha sido "conectar" la cursilería ambiente.

Hablo de esa cursilería basal del pueblo venezolano que nos ha dado, entre otras manifestaciones, a Lila Morillo y , en un plano más astral, a María Lionza. Y lo está haciendo estupendamente bien; su desempeño como monigote designado por el Nunca Bien Llorado para llevarnos al socialismo del siglo XXI es sencillamente impecable.

Uno lo ve allí, con su sombrero alón y su bigote y el ceño fruncido , rodeado de personeros muy compenetrados con su tarea histórica y, llevado de descaminadores reflejos intelectuales propios de la élite blanca y eurocentrista, piensa: "Esto es realmente lastimero, esto carece de imaginación, esto es el colmo de la ramplonería".

Y, puesto a pensar de este modo, puesto a estirar esa opinión esteticista y pequeñoburguesa, puede llegar a pensar, como lo expresan algunos analistas, que la estampa llanera deja ver alguna debilidad, algún nerviosismo preelectoral. Pero no es así. El hombre del bigotazo y el sombrero alón es espejo y guía de los desposeídos venezolanos. Los interpreta a cabalidad.

Se merecen los unos a los otros y por eso prevalecerán. Y dicho esto, queridísimo Jorge Rodrìguez, envío mi artículo a Talcual y me dispongo a escuchar un quinteto de Himdemith y a leer un poquito más de Christopher Hitchens.

viernes, 22 de marzo de 2013

23 días


Por: Eleonora Bruzual

Faltan apenas 23 días para unas elecciones que vuelven -quizá con más patetismo- a poner en las manos de los que nos consideramos demócratas el destino de esta patria traicionada, saqueada e invadida. Una Venezuela tasajeada, dividida, liderada por un lado por una sarta de cultores del odio que escupiendo maldad tienen las "santas voluntades" de endosarle esa característica a los que ni siquiera consideran adversarios políticos sino enemigos a barrer, y que competimos en absoluta desigualdad con un candidato que tiene como contendor al Estado secuestrado, desmantelado y puesto al servicio de una banda que desde Cuba ha venido por años imponiendo sus planes. 

23 días para con votos poner fin al señorío de la violencia, al odio como estrategia de dominación, a la limosna que prostituye y trastoca al ciudadano en siervo. 23 días para cesar la farsa de la lucha contra "El Imperio" invasor cuando la realidad es que estamos invadidos por chulos insaciables que desde una isla paupérrima se han erigido en los verdaderos dueños del país. 23 días para iniciar la ardua tarea que nos lleve a recomponer esta tierra nuestra donde la muerte violenta e impune se hizo cotidiana, donde aceptamos pasivos que una familia presidencial de pobres de solemnidad hace 14 años ahora sean mil millonarios que comparten el vergonzante récord de haberse enriquecido desde el abuso del Poder con una élite corrompida que procura obligarnos a ser siervos mendicantes mientras ellos lo controlan todo, lo usufructúan todo y siguen con la misma pretensión mavitosa de perdurar "Hasta el fin de los tiempos". 

23 días para enfrentar a un "heredero" que ha resultado una grotesca caricatura de quien imaginó en su delirio que no sólo lo erigía en sucesor sino que le endosaba características propias imposibles de ostentar. 23 días para poner fin a la entronización de los antivalores. 23 días para que Henrique Capriles, con nuestro apoyo, entrompe la barbarie y la venza. 23 días para un amanecer de esperanzas ciertas. 

sábado, 16 de marzo de 2013

Caracas y la novela negra


Por: Víctor Hugo D’Paola.

Con el tiempo me he vuelto adicto a la novela negra. Policial se llamó desde los tiempos de Edgar Allan Poe, Arthur Conan Doyle y Agatha Cristie, clásicos y románticos al mismo tiempo. Geniales como Poe y persiguiendo el best seller como Agatha Cristie, personajes creados por ellos se han inmortalizado: Hércules Poirot, Sherlock Holmes y el Dr. Watson. Es años más tarde cuando aparece con fuerza la novela negra que va más a lo social, a la denuncia de poderes establecidos y sus perversiones, a la corrupción económica y política. Con dos estadounidenses que también trabajaban para Hollywood haciendo guiones, Raymond Chandler y Dashiell Hammett, la novela policial se hace ruda y apasionante, la gente de mal vivir adquiere un protagonismo relevante, contra ella se enfrentan Philip Marlowe y Sam Spade, investigadores privados, creaciones literarias de Chandler y Hammett respectivamente. Ya la novela policial no es un género menor de la literatura, Dashiell Hammett es el creador de la novela negra moderna.

     Seguidores suyos aparecen en Europa. Manuel Vázquez Montalbán en España con el detective privado Pepe Carvalho, gastrónomo, culto, solitario, quien actúa en una España enigmática y conflictiva. Vázquez Montalbán era catalán y militante comunista. Su amigo siciliano Andrea Camilleri, antiguo guionista para cine y televisión, se mete en el mundo provincial de la mafia de su región; su personaje central es el comisario Salvo Montalbano (su apellido es en honor a Vázquez Montalbán), también gourmet e investigador solitario en el ambiente peligroso de Sicilia. En Suecia se desarrolla con mucha intensidad la novela negra, relevante en Stieg Larsson, lamentablemente desaparecido prematuramente. Su trilogía  “Millennium” busca desentrañar las conexiones irregulares entre el poder financiero y el político. Sus personajes Mikael Blonkvist, quien hace periodismo de investigación y la hacker Lisbeth Salander, extraña e inadaptada, quien sin embargo ayuda a Blonkvist, son los protagonistas principales de las novelas de Larsson. En Suecia también otro grande de la novela negra, Henning Mankell, quien con el inspector Kurt Wallander realiza sorprendentes investigaciones, incluso algunas con repercusiones internacionales. Philip Kerr, escocés de nacimiento, trabaja más en sus novelas la Alemania nazi, con su detective Bernie Gunther. Éste vive el tiempo de ascenso del nazismo. Hitler en el poder y crímenes que Gunther investiga. Para eso debe relacionarse con jerarcas nazis como Goering, Himmler o Heydrich, el carnicero de Bohemia y Moravia. En la Grecia actual de la profunda crisis económica actúa el comisario Kostas Jaritos, una creación de Petros Márkaris; las entidades financieras, Grecia al borde del colapso, las protestas en las calles contra las rebajas de sueldos y pensiones, mientras tanto el crimen no cesa y Jaritos debe investigar.

     Cruzando los mares llegamos a China, la del comunismo totalitario mezclado con economía capitalista de mercado, la corrupción se extiende, altos funcionarios del Partido Comunista participan de ella y el inspector jefe Chen Cao de la policía de Shanghai debe actuar. Son las novelas del escritor chino Qiu Xiaolong, poeta como también lo es el inspector Chen, a menudo se acompañan con citas de poetas clásicos de la literatura china. Siguiendo con el comunismo, pero ya en América Latina, tenemos a Leonardo Padura, escritor cubano, autor de la extraordinaria novela “El hombre que amaba a los perros”, quien cultivó con mucho éxito la novela negra. Su detective es Mario Conde, quien se dedica a vender libros usados, de todos modos es contratado para hacer investigaciones, las cuales realiza en medio de las dificultades para actuar que produce un régimen cerrado y totalitario como el cubano. En Brasil, potencia económica emergente, Rubem Fonseca es uno de sus mejores escritores, varias veces mencionado al Premio Nobel. Él tiene también su personaje de novela negra, Mandrake, abogado criminalista de profesión y mujeriego por pasión hace de detective en muchos casos. Cayetano Brulé no es un detective profesional, pero investiga en privado, muchas de sus historias se desarrollan en Valparaiso, paisaje portuario de Chile, también viaja para sus investigaciones; es un personaje creado  por el novelista chileno Roberto Ampuero. México es un país sometido a altos niveles de violencia criminal, la actuación de las mafias del narcotráfico casi es impune. Ahí actúa Edgar Mendieta, el Zurdo Mendieta, detective que no vacila en acordarse con jefes del narco si fuese necesario. Es una creación de Élmer Mendoza, novelista donde el lenguaje se desborda, con mexicanismos y maneras de hablar de los bajos fondos. Su última novela, “Nombre de perro” así lo muestra. En Venezuela hay pocas muestras de la novela negra, salvo el caso de Marcos Tarre Briceño, quien ha escrito varias obras donde el personaje central es el investigador Gumersindo Peña, exPTJ y exDisip. En su última obra “Rojo Express”, Marcos Tarre ubica los sucesos en Cumaná y los alrededores orientales y en el marco del chavismo hegemónico y procubano.  

     En Caracas no tenemos una novelística del género negro que refleje los graves males de la ciudad, entre ellos la delincuencia y el crimen cotidiano, el comercio y el tráfico de las drogas, los centenares de miles de motorizados, algunos delincuentes políticos, otros delincuentes comunes, la mayoría trabajadores que sin embargo para nada respetan las normas establecidas; la corrupción en el ejercicio del poder, el mal gobierno nacional y caraqueño. Una novelística que construya la novela negra caraqueña es necesaria y seguramente bien recibida.

viernes, 8 de marzo de 2013

A Venezuela le falta Dios


Por: Fernando Mires
La historia se repite. Una vez como tragedia, otra vez como telenovela. Así pensaba cuando veía en la televisión esa masa roja de chavistas sollozando por la muerte del presidente. Ocurrió lo mismo cuando murieron Stalin, Mao Tse Tung, Ho Chi Min, Kim il Sung, y otros faraones. Así pasó también con Evita, la bella Evita. O con Elvis Presley; o con Michael Jackson, y así seguirá sucediendo. Mas, cuando muera Maradona, todos los difuntos famosos habidos y por haber, palidecerán de envidia. Porque los funerales de Maradona serán grandiosos. Si usted está vivo señor, cuando muera Maradona no se pierda la función. No habrá nunca nada igual.
Los sollozantes y tumultuosos funerales de Chávez serán sólo uno más en la ya larga lista de las ceremonias fúnebres paganas. Una gran parte del pueblo venezolano lo llora; y en cierto modo es legítimo. Pero una cosa es llorar a un mandatario y otra muy diferente a un ídolo. Pues, por razones que no atino a descifrar, los pueblos en su orfandad crean ídolos de cristal en los que se reflejan. En cierto modo, pienso, cuando lloran lo hacen por sí mismos. O para decirlo con Santos Discépolo, lloran “la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”. Esa es también la función que juega El Otro (en este caso Chávez) en la psicología analítica. El Otro es el objeto sustitutivo de Dios que te devuelve el reflejo borroso de tu propia imagen, imagen que sin ese Otro, desaparece ante tus ojos
Don’t cry for me Argentina. No Evita, no lloran por ti los argentinos. Los argentinos, como buenos argentinos, cuando lloran, lloran por los argentinos. Tú sólo eras el espejo del llanto de tantos seres que lloran en la muerte del “prójimo-lejano” la propia mortalidad, el miedo innato de no ser más de lo que somos, aunque eso no sea mucho.
Don’t cry for me Venezuela. No, los venezolanos que lloran, lloran porque se sienten solos sin el espejo de Chávez, el padre nuestro que estás en la tierra, el hombre-poder, el Estado convertido en persona, el deseo que trasciende a la multitud, el reflejo del ser fundido en el magma de la muchedumbre. Lloran, en fin, por la nostalgia de Dios que cada uno trae consigo desde que venimos al mundo y que ningún mortal podrá satisfacer.
¿Por qué llorar tanto a Chávez? ¿Fundó acaso una nación? No, la nación ya estaba fundada ¿Liberó a los esclavos? No, no había esclavos ¿Dio de comer a los pobres? A algunos, tal vez; pero los programas sociales de Chávez lograron menos que los realizados en Argentina, Brasil, Chile, Ecuador y Uruguay ¿Amplió las libertades? Todo lo contrario, subordinó a todos los poderes públicos al Estado y llevó a los militares al poder de un modo aún más radical que todos los generales golpistas del sur ¿Terminó con la corrupción? Ni por nada, Venezuela está en la cima de la corrupción mundial ¿Acabó con la delincuencia? No, la delincuencia aumentó bajo su mandato ¿Liberó a Venezuela de los EE UU? Mentira, nunca la economía de Venezuela ha sido más dependiente del “imperio” que bajo Chávez ¿Detuvo la inflación? Mejor no hablemos de eso.
El pueblo chavista no llora a un buen gobierno. Llora al propio pueblo chavista convertido en el espejo del Otro en pueblo, un pueblo que se vio a sí mismo reflejado en todas sus virtudes y defectos en el rostro de Chávez. Luego, cuando tantos desfilan alrededor del presidente muerto, no pocos asisten a sus propios funerales. Esa es la razón por la cual la mortalidad de Chávez no puede ser aceptada. Para que Chávez siga viviendo en el pueblo, Chávez no debe morir del todo. Por eso será convertido en un objeto inmortal. O lo que es igual: si no puede ser Dios, será al menos un endiosado. Chávez es El Endiosado. Un subrogado venezolano: un ídolo con pies de arepa. De este modo Chávez, como muchos otros mitos, pasará a llenar el vacío de Dios que a tantos atormenta. En lugar de buscar a Dios, al verdadero, el pueblo chavista se conformará con un mito, esto es, con ese vacío que sólo sustituye al vacío.
En Venezuela están construyendo un mito, dicen algunas voces críticas. En parte es cierto, pero sólo en parte. Porque el mito ya existía durante Chávez. El mismo Chávez en sus delirios de omnipotencia ya se había encargado de “inocularlo” en el pueblo. Chávez era, sin duda, un mito viviente. Lo que hoy realiza el Estado en Venezuela es sólo la infructuosa conversión del mito viviente en uno inmortal. Por supuesto, no lo logrará. Ni siquiera Maradona es inmortal. La inmortalidad es atributo de Dios. Tarde o temprano la historia realiza sus correcciones. A Stalin, por ejemplo, lo enterraron junto a Lenin. Después lo llevaron a una tumba chiquitica. Una fotografía genial mostró una vez a un perro meando sobre ella.
Ningún endiosado resiste el paso del tiempo.
El huracán del pasado avanza hacia el futuro convirtiendo a todo lo habido en ruinas como vemos en el Angelus Novus de Paul Klee: el Ángel de la Historia según Walter Benjamin. Esa es la razón por la cual allí donde no está la vida de Dios “vive” la muerte. Ese es también el Dios (la vida) que, como en tantas otras partes, falta en Venezuela: Dios al que nadie ni nada podrá sustituir. Porque allí donde está Dios (la vida) no hay ningún lugar para endiosados. O dicho a la inversa: porque allí donde hay endiosados no hay ningún lugar para Dios.
Ni siquiera Jesús, quien según la lectura cristiana es Dios, aceptó, en tanto ser mortal, ocupar el lugar de Dios sobre la tierra. Cuando uno de sus seguidores se inclinó frente a él, llamándolo “bueno”, Jesús respondió: “¿Por qué me dices bueno?; ninguno hay bueno sino sólo uno, Dios” (Marcos 10:18).

Quiere decir: sólo Dios es suficiente; el humano será siempre insuficiente. Luego, adorar a un insuficiente delata la ausencia de Dios. La adoración a Chávez delata, a su vez, que a Venezuela le falta Dios. Nada más.

Calma y cordura

Por: Laureano Marquez

Los venezolanos estamos devastados. Por distintas y diferentes razones, pero lo estamos. La situación de división que en el país impera se parece mucho a esas parejas que se aman demasiado, con un amor imposible, y están heridos, dolidos el uno con el otro por todo lo que se han dicho. Ya no importa quién lastimó primero, ambos hemos dicho cosas duras, ambos estamos heridos. Pero también uno siente que no puede seguir así, que no es normal cargar con tanto dolor a cuestas, que a lo mejor no podemos estar juntos como quisiéramos, pero podemos coexistir, perdonarnos.
En estos días hemos visto expresiones de dolor legítimas, respetables y conmovedoras, como todo lo que duele. No se puede desestimar el dolor ajeno, porque ningún dolor es ajeno si somos auténticos seres humanos. Con John Donne decimos: “Nadie es una isla completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la Tierra. Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; por eso la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca preguntes por quién doblan las campanas porque están doblando por ti”.
Hay momentos en la historia de los pueblos que son de transición. En el mundo hay muchos ejemplos.
Adolfo Suárez, presidente del gobierno español, se reunió con su “enemigo” Santiago Carrillo para negociar, con su contrincante de una guerra civil que dejó un millón de muertos y sufrires que aún perduran, la organización de la democracia española. Ambos tenían razones para no sentarse, pero encontraron una superior para hacerlo: el destino de España.
No tenemos que irnos tan lejos. En nuestra patria, a la muerte de Gómez, a López Contreras le tocó encabezar una difícil transición. Un cuento la resume: dicen que por la mañana llegaban los militares gomecistas enardecidos al despacho de Miraflores y le decían al Ronquito (que este sobrenombre le daban por su manera de hablar): ­General, esto no se aguanta, hasta cuándo estos estudiantes manifestando en la calle y ahora y que quieren organizar partidos… ¡Esto es inaceptable!…
Y López respondía: ­¡Tienen razón, tienen toda la razón, váyanse tranquilos que yo me ocupo!