Por: Edinson Martínez
Vistos los resultados del siete de octubre, una mayoría de venezolanos decidió a favor de la opción del continuismo gubernamental. El candidato del gobierno, ha debido emplearse a fondo para imponerse electoralmente, llevándose el vergonzoso mérito del uso inescrupuloso e indebido de los recursos públicos, un claro ventajismo e ilegal disposición de los bienes públicos para fines particulares que ha estado presente en todas las campañas electorales. El CNE, también en esta ocasión, fue incapaz de poner límite a dichos abusos. Especialmente en el tema de las cadenas nacionales que en momentos lucían con abierta intención de impedir la cobertura informativa en tiempo real de los eventos electorales de Capriles. Quedará para la historia la reseña de éste proceder, que sin duda, en algún momento de nuestro devenir se citará como uno de los peores momentos de nuestra institucionalidad.
Pero, en fin, esos son los resultados y no hay más remedio que acatarlos, aun con toda nuestra molestia. El propio candidato Henrique Capriles lo ha expresado con una hidalguía de la que una pequeña porción no le vendría nada mal al candidato del gobierno. Éstos resultados, al mismo tiempo, muestran un avance importantísimo de la propuesta opositora. De 2006 – la penúltima elección presidencial – hasta el siete de octubre, la oposición aumenta su caudal electoral en 2.100.000 votos, mientras el candidato Chávez en 700.000. La oposición creció 43%, en comparación al año 2006 y el Chavismo apenas 10,5%
El voto opositor creció en todo el país, no hay un solo estado o región donde la fuerza electoral opositora haya disminuido. Sin embargo, el voto chavista, mermó en cinco estados. En Lara, Sucre, Bolívar, Amazonas y Delta Amacuro. Además de perder las importantes plazas electorales de Mérida y Maracay.
Perdiendo se puede ganar, dice una vieja conseja, y eso es, precisamente, lo que ha ocurrido éste siete de octubre. Se abre un espacio enorme
para el avance y eventual victoria electoral de la propuesta de cambio en lo
que aún está pendiente por disputar. Deja claro que el corto plazo – una vez más – no es la premisa predominante en los procesos políticos. El capital político de una propuesta se incuba por lo general en años de lucha y perseverancia, lleva tiempo madurarse y eso es lo que ahora ocurre. Con frecuencia se aludía en la campaña electoral recién finalizada al pasaje bíblico donde David venció a Goliat. Ciertamente lo venció, en un episodio lo venció. Tendríamos, entonces, que reflexionar sobre el tiempo en que David ha debido invertir para plantearse anímica y materialmente su victoria. David finalmente venció a Goliat, luego de su constancia y de muchas veces plantearse la derrota del contrario.
Mención aparte hemos querido hacer al esfuerzo de nuestro candidato Henrique Capriles. Una entrega y devoción muy grande con claro entendimiento de la desventaja que significaba competir electoralmente con el estado venezolano, porque Chávez, no era el candidato de un partido; era el candidato del estado venezolano convertido en un gran partido político que no para en mientes para disponer de los recursos públicos. Recorrer el país en más de 300 pueblos y darle aliento a una idea, se dice fácil, pero entraña un desafío enorme. Ciertamente ha sido una epopeya moderna abriendo caminos. Henrique Capriles, además de un buen candidato, es aún mejor persona.
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