jueves, 21 de noviembre de 2013

Un municipio para progresar y vivir mejor (II)

Por: Edinson Martínez
               @emartz1

“Este programa es el resultado de una amplia consulta ciudadana. Hemos querido que sea letra y música del pueblo de Lagunillas para avanzar por senderos de progreso y bienestar para todos”
 Mervin Méndez

Del artículo anterior quedamos en esbozar los lineamientos del programa de gobierno del candidato a la alcaldía de Lagunillas, Mervin Méndez. Antes debo decir que ha sido una grata experiencia, de gran responsabilidad personal y colectiva para quienes abordamos la encomienda de elaborarlo. Por mi parte, también debo admitir, que nunca imaginé luego de tantos años de actividad política local, llegar a desempeñar la condición de tutoría de semejante cometido de quien por varias veces adversé electoralmente. La vida, como a veces suelo decir, es un libreto por descubrir.

Luego de siete foros temáticos, media docena de conversatorios con sectores productivos, artistas,  jóvenes y deportistas, donde además, recibimos a través de la web varias propuestas muy especificas;  dimos por finalizada la metodología de consulta y participación, denominada: “Ideas para progresar y vivir mejor”

Del resultado de toda esta jornada, nos planteamos entonces, la idea de transitar progresivamente hacia un nuevo modelo de crecimiento y visión del municipio, esto implica repensarlo y reinventarlo a partir del acervo y fortalezas acumuladas a lo largo de más de siete décadas de vida productiva. Aspiramos apuntalar sus ventajas competitivas y modernizarlo  a fin de abrirle cauce a una nueva realidad local que debe tener la necesaria continuidad de largo plazo. No es una lista de obras públicas lo que plateamos. Es una visión y proyecto de municipio lo que nos ha ocupado por estos días, para decirlo en el lenguaje de  los navegantes, es nuestra de carta de navegación para los tiempos por venir.

Aspiramos un municipio con mejores condiciones institucionales para la inversión privada; especializado en servicios terciarios, de gran vocación industrial y equipamiento urbano para el desempeño económico y la convivencia humana, con fuerte impulso en el desarrollo de espacios para la cultura, recreación, vivienda y comercio.  Nuestra localización y un mercado en crecimiento con alto poder adquisitivo, nos confirman como un municipio  de grandes oportunidades. Trabajaremos para ubicarlo entre los treinta primeros con mejores ventajas competitivas del país. Moderno, de gran inclusión y solidaridad social, al mismo tiempo que generador de riqueza con empleo para unos y rentabilidad para otros.

Siete son los ejes o áreas definidas como estratégicas para la gestión. 1) Seguridad pública y ciudadana 2) Infraestructura, equipamiento y servicios públicos 3) Promoción de la inversión y el progreso económico 4) Cultura, educación y deporte. Identidad, valores y visión ecológica 5) Participación ciudadana, comunitaria y solidaridad social 6) Desarrollo y fortalecimiento institucional  7) Mancomunidades y alianzas municipales.



domingo, 10 de noviembre de 2013

El proletariado y la revolución

Por: Germán Cabrera 

Fíjense lo que son las cosas: una de las características más destacadas de la pomposa Revolución Bolivariana, la misma que cacarea Urbi et Orbi su novísimo y creativo Socialismo del Siglo XXI, es su desprecio absoluto por el proletariado.

Flagrante y sorprendente contradicción ésta, ya que el marxismo, como todos sabemos, considera a la clase trabajadora (carente de medios de producción y vendedora de su fuerza de trabajo), como la predestinada para organizarse y ser el germen de la Revolución Socialista, el ariete que se llevará por delante no sólo a los explotadores sino también al capitalismo como sistema económico y político.

Pero resulta que, una vez amos del poder, los autodenominados revolucionarios, portadores de la antorcha de la verdad absoluta, razonan de la siguiente manera: ahora somos gobierno, el gobierno es La Revolución, La Revolución es la única llave hacia una Luminosa Nueva sociedad, y el Estado Burgués, que despedazaremos paulatinamente, es ahora propiedad del gobierno, o mejor dicho Gobierno y Estado son la misma cosa. De este razonamiento cerrado deriva una conclusión inobjetable: contra La Revolución nada es aceptable, por lo tanto el gobierno y el Estado, ahora revolucionarios son inobjetables. De esta primera conclusión deriva una segunda: quien enfrente al Estado-Gobierno estará enfrentando a La Revolución, por lo tanto será un Traidor a La Patria, un fascista, un parásito.
Impecable.

Armado con este bagaje elemental el Estado-Gobierno-Revolucionario no tolerará disensos.

Pero resulta que una Revolución no se hace de un día para otro. De hecho un Gran Ministro del Santo Proceso acaba de afirmar que necesitan 50 años de gobierno para corregir errores. Y mientras tanto tienen que lidiar con las malas costumbres aprendidas por el proletariado durante muchos años de democracia, es decir las malas costumbres de sindicalizarse, de exigir contratos colectivos, mejoras salariales, seguridad social, todos asuntos que El Proceso considera desviaciones burguesas.

Eso se transforma en un gran problema para un Estado-Gobierno-Patrono macrocéfalo y clientelar que ha crecido exponencialmente engordando su nómina hasta el infinito con el objeto de contar con una masa de empleados públicos temerosos que le aseguren su voto.

Con el patrono privado el asunto se le hace fácil, le amenaza, lo multa, lo expropia, o le crea sindicatos oficialistas que le hagan la vida imposible.
Pero ¿cómo debe actuar  el Patrono Revolución contra  el “enemigo en casa”?

Muy simple, se actúa como contra todo “contrarrevolucionario”: se mete preso al sindicalista respondón, o se le somete a los juicios infinitos y arbitrarios de un Poder Judicial abyecto, se le niega reconocimiento a los sindicatos libres, se les pone a competir con sindicatos oficiales financiados con el dinero del Estado, se amenaza a los trabajadores con despido o retiro de beneficios si no aceptan la contratación estipulada unilateralmente por el Gobierno, por La Revolución.
Y hete aquí una Revolución sin proletariado.
Así como también es, de paso, una Revolución sin estudiantes.
¿Cómo nos mantendremos en el poder?, se pregunta el liderazgo iluminado.
Bueno nos queda el lumpen, se responde, y para ponerlo a nuestro servicio tenemos una metodología infalible.

Pero eso será tema del próximo artículo.