Edinson Martínez
@emartz1
Hace
unos días, el nueve de noviembre de este año, para mayores precisiones, en la región de Cataluña, se llevó a cabo una
consulta independentista, llamada así por sus promotores, en éste caso, el
presidente de la Generalitat, Arturo Mas. El propósito de dicha consulta era responder
sobre dos preguntas relativas al futuro inmediato de esta importante porción de
España.
Las
preguntas en cuestión fueron las siguientes:
1.-
¿Quiere que Cataluña sea un Estado? Y en caso de ser afirmativa la respuesta.
2.-
¿Quiere que sea un Estado independiente?
Esta
consulta pública, sin carácter vinculante -bueno, es decir, que aun cuando no
vinculante, ha estado en el centro de
una intensa polémica jurídica y política en España-, pero de
resultados estratégicos sobre el futuro próximo, movilizó a más de 2.250.000
ciudadanos, de ellos 1.861.753 votaron por la opción Sí-sí. Es decir. Sí
quieren que Cataluña sea un Estado, y que además, sea un Estado independiente.
Dada
la conmoción política que de ello se derivaría, toda vez que el estamento político
español buscó por todos los medios dinamitar la iniciativa, el presidente Arturo Mas, ha dicho rápidamente
que los catalanes “no piden nada que no se haya
reconocido ya a otros pueblos", y cita los casos de Escocia y Québec, donde la independencia fue rechazada, y los de Lituania y Montenegro, donde sí triunfó el independentismo.
Estos
sucesos en pleno desarrollo y de los cuales veremos muchos más en los tiempos
por venir, probablemente apunten las ruedas de la historia hacia el surgimiento
de nuevas nacionalidades o dicho de otro
modo, el reconocimiento pleno de lo que en efecto son realidades concretas en
varias partes del mundo. Creo que es válido
apuntar que muchas de las conformaciones regionales y nacionales actuales, surgieron
de procesos históricos que para el momento eran la expresión de los intereses dominantes
de la época. El mundo de hoy ya no es el
mismo, y tampoco, las corrientes de la historia que lo mueven. Algunos de los pueblos
que hoy conocemos formando parte de naciones, terminaron así, como resultado de
conflagraciones que los anexaron a estos, y en los casos más afortunados, el
saldo de pactos, tratados o acuerdos.