sábado, 27 de agosto de 2011

Reservas y soberanía

Por: Adolfo Salguiero

Es obvio que cualquier país -como cualquier persona- puede guardar sus reservas donde le parezca, ya sea en el Banco Central de Libia, de Costa Rica, de EEUU o en su colchón. También es obvio que un jefe de familia debe colocar sus reservas donde estén bien custodiadas y disponibles cuando se precisen ya que la preservación del patrimonio familiar es del interés de todos los miembros.

Lo mismo aplica a las reservas del Estado que requieren ser bien custodiadas a salvo de embargos y confiscaciones, disponibles cuando se precisen. Tal cuestión es del interés colectivo de todos los ciudadanos.

Tanto los Estados como las familias que toman decisiones poco acertadas han de correr con las consecuencias. Así pues no se cuestiona el derecho a tomar la decisión sino la forma y pertinencia de la misma.

No parece descabellado retirar fondos y oro de EEUU teniendo en cuenta que las relaciones van en franco deterioro y que anteriormente Washington ha congelado fondos de Cuba, Irán, Libia, etc. La cuestión radica entonces en decidir qué jurisdicción presenta suficientes garantías de solvencia y seriedad.

Nadie duda que Rusia, China y Brasil son países de creciente influencia mundial. Pero... para que cuiden nuestros reales parece preferible pensar en alguien que tenga credibilidad política y económica más que centenaria como puede ser el caso de Suiza, Inglaterra, Francia, etc.

En el mundo de la política internacional se percibe que cuando un país retira sus fondos o su oro de las grandes plazas financieras es porque prepara echar un gran "vainón" y se quiere proteger de embargos. Tal el caso de Venezuela que pudiera pronto resultar perdiendo los grandes arbitrajes ante el Ciadi en los que está demandada (Exxon/Mobil, Conoco/Philips, etc.) los cuales son legales y la jurisdicción aceptada por nuestro país.

En el caso de Rusia y China -nuestros principales acreedores y posibles custodios de los reales- la deuda venezolana es de Estado a Estado mientras que con EEUU es entre empresas privadas. Además Venezuela, a través de Citgo es un gran inversionista extranjero en el "imperio".

En el caso del oro la situación es delicada si tomamos en cuenta la subordinación de los poderes del Estado a la voluntad de Chávez. Nada extrañaría que mañana Júpiter pida "un millardito" o "una toneladita" para incorporarla al Fonden, al Fondo Miranda o a cualquiera de esas entelequias por las que se escurren los recursos públicos sin transparencia alguna.

La diferencia entre el padre de familia y el Estado es que el primero es dueño de su patrimonio mientras que el segundo es apenas un administrador que debe rendir cuentas y responsabilizarse por su gestión.

Sabemos bien que este tema no interesa al gran público como sí interesa el precio de la harina precocida; por eso es que se hace imprescindible generar un debate de amplia dimensión y muy sencillo para que la gente entienda que esto no es solo asunto de soberanía, como se les presenta, sino de herencia patrimonial.

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