martes, 17 de enero de 2012

Sin vuelta atrás

Por: DAVID UZCÁTEGUI

Comienza el tan esperado año 2012, lleno de las mejores expectativas por la recuperación de nuestro país, de nuestros valores, de la construcción de una perspectiva de futuro cierta y a la vuelta de la esquina.

Y fíjense que queremos subrayar la palabra "cierta". Hay certeza. No se trata de un vano ejercicio de optimismo sin asidero o de no reconocer una realidad dura y difícil, que la hay; tan cierto como que también hay una solidez incuestionable en la propuesta alternativa destinada a dejar en el pasado estos largos trece años de fracasos, odio, violencia, inseguridad y miseria.

El pacto de Unidad que se ha venido perfeccionando en los últimos años ya ha venido dando resultados tangible en la conquista de espacios que se pensaban imposibles de lograr tiempo atrás por el voto popular. Basta ver, por ejemplo, la conquista del la gobernación de Miranda por Henrique Capriles Radonski y la de la alcaldía de Sucre por Carlos Ocariz.

Sabemos también que alcanzamos la mayoría de los votos en las elecciones de la Asamblea Nacional pero que por un perverso y retorcido mecanismo, arbitrario y manipulado a favor del poder, tenemos menos diputados de los que realmente nos corresponden.

Vemos pues que hay sólidas bases para apostarle todo a las primarias que se realizarán en cosa de unas pocas semanas, el 12 de febrero. Serán la consolidación del pacto entre las fuerzas democráticas alternativas que legítimamente son las sucesoras en el poder de este fracasado experimento autodenominado revolucionario.

Y la legitimidad del proceso electoral del 12 de febrero depende de la presencia de los electores. De esos mismos electores que aprendieron que el enfrentar dispersos a un adversario que abusa del poder y el ventajismo no lleva a ninguna parte. Y que aprendieron también que, mucho menos, se puede pensar que la abstención resuelve algo.

El liderazgo político alternativo y democrático ha seguido el mandato de sus ciudadanos. El mandato que se ha hecho sentir en las calles, en las conversaciones en el transporte público y las esquinas, en los espacios de opinión y las redes sociales.
Se han sentado a una mesa y han llegado a acuerdos representantes legítimos de las más diversas corrientes, hermanados, eso sí, por la vocación democrática de acudir conjuntamente a un proceso en el cual el elector decida, y con la palabra de respetar el resultado por delante; amén de apoyar a los ganadores cuando a estos les toque enfrentar a los candidatos oficialistas en las respectivas elecciones, empezando por las presidenciales, en las cuales, sin exagerar, se juega la existencia de nuestra nación, tan duramente golpeada en esta década larga y estéril.

Optimistas sobre hechos, optimistas sobre verdades. No sobre ilusiones ni sobre espejismos. El llamado a la ciudadanía es a salir a los centros de votación y a apoyar a los candidatos de su preferencia; pero sobretodo a apoyar un proceso de elecciones primarias que surgió para contestar a su voz y a sus exigencias.
Esto no tiene vuelta atrás. Se han conquistado espacios que no se van a perder y seguimos adelante conquistando espacios cada vez más importantes, determinantes, decisivos.

Cuán grandes serán esos espacios, cuán pronto los reconquistaremos, eso depende de cada uno de nosotros, de quienes pedimos las primarias como blindaje inequívoco ante el ventajismo de quienes están perdiendo, de quienes ya van de salida.

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