martes, 1 de junio de 2010

De Santos para Chávez: "gracias compadre"

Por: Roberto Giusti

Si Chávez
es un hombre cumplidor de su palabra a estas horas ya debería haber llamado a Juan Manuel Santos para felicitarlo por su sorprendente victoria electoral del pasado domingo. Es cierto, él aclaró que lo haría si el resultado era definitivo, es decir, si el ganador superaba el 50% y se hacía innecesaria una segunda vuelta. Pues bien, no ocurrió así, pero la ventaja lograda sobre Mockus, de poco más del 25% y el hecho de quedar a sólo tres puntos y medio de la cifra mágica resultan tan contundentes que sólo un milagro podría impedir un triunfo que se avizora aplastante para el próximo 20 de junio. Así que Chávez debe tragarse su frustración por la victoria del odiado Juan Manuel, agachar la cabeza, acudir a sus dotes histriónicas y componer alguna frase de reconocimiento para un hombre con quien tendrá que vérselas de frente, al menos hasta diciembre del 2012, fecha de las presidenciales venezolanas.

El triunfo de Santos, que debe adjudicarse a Chávez como un revés en toda la línea y un freno sanitario a su avidez expansionista, resulta sorprendente sólo en forma relativa porque ocurrió algo que ni los sondeos y ni siquiera los más fervientes santistas-uribistas llegaron a prever: la aprobación y confirmación popular de la política de seguridad democrática que, desde el sentido común, debía continuar quien la había aplicado y no un hombre cuyos melindres éticos y su ambigua posición ante Chávez despertaron el recelo y la desconfianza en los electores. Un fenómeno evidente pero que ninguna encuesta pudo, o no quiso, detectar.

Una vez más, como ocurrió con Ollanta Humala en Perú y López Obrador en México, Chávez se convierte en el enterrador de un candidato presidencial, aun cuando en esta oportunidad sus preferencias por Mockus, demasiado vago e insumiso para su gusto, eran menos intensas que su animadversión por Santos. Conducido por su apresuramiento, una desmedida confianza en si mismo y la convicción de que Santos como presidente debe significar la aniquilación definitiva de sus aliados de las FARC, estampó el beso de la muerte sobre los labios del lituano y desinfló lo que se presentaba como un auténtico fenómeno electoral, capaz de echar por tierra ocho años de una guerra contra las FARC ciertamente plagada, como toda confrontación bélica, de injusticias y de ignominia mutua.

En realidad Santos debería ser quien se dirija al @chávezcandanga y en 140 precisos, clarísimos y muy cumplidos caracteres le retribuya un gesto que no tiene precio y lo coloca a veinte días y un par de punticos porcentuales (que no deberá mendigar a Noemí o a Vargas Lleras) del Palacio de Nariño. Esta visto, el milagro no es de Santos, sino de Chávez y eso agradece, compadre.

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