jueves, 19 de julio de 2012

Ni un día más de la misma medicina…

Edinson Martinez 
@emartz1 

Cuando los tres primeros gobiernos de elección popular posteriores a la dictadura de Pérez Jiménez, – Betancourt-Leoni-Caldera – completaron su ciclo, una de las consignas políticas que alentaban – tendría que decirlo en primera persona del plural – opositores a los dos principales partidos de entonces, giraba entorno a la idea del fracaso en la gestión de tres periodos de gobierno continuado, el lema de campaña se resumía de modo muy simple y elocuente en: “15 años de fracasos”

En ese lapso, entre otros logros, se culminó la central hidroeléctrica del Guri, la construcción de la Siderúrgica del Orinoco – SIDOR – y el puente sobre el lago de Maracaibo. Si aquello era fracaso, es evidente que para los últimos 15 años, tendríamos que inventar otra palabra.

Debo recordar sobre aquellos tiempos, en especial a los muy jóvenes que nos leen, que los periodos de gobierno duraban cinco años. El hoy candidato-presidente, sumaría al momento de entregar el gobierno en enero de 2013, exactamente 15 años de haber sido elegido y reelegido presidente de la república. Un mismo gobierno que en la medida en que fue consolidándose, sus logros fueron haciéndose menos destacables. De su primer periodo – 1999-2006 – con menos recursos económicos y mayor conflictividad política, su desempeño en materia, por ejemplo, de control de la inflación fue mucho más efectivo. El promedio de ella en ese lapso se ubica en 19.3% mientras que en la segunda versión del mandado presidencial cerrará por el orden del 26.7% 

La prometida diversificación económica, para el lapso 2006-2012, ha dejado de ser una meta para convertirse en una quimera. Las exportaciones de productos no petroleros, realizadas por el sector privado, que en algún modo expresan el desempeño del país en aéreas no vinculadas a la actividad petrolera propiamente y como consecuencia de ello en un termómetro de la diversificación productiva, se ubicaron en un monto de 3.001 millones de dólares; mientras que en el periodo precedente en 4.450 millones de dólares, como puede apreciarse una caída aproximada del 33% en relación con el primer periodo de gobierno chavista. 

El endeudamiento de la república – que principalmente se destina a alimentar la voracidad irracional del gasto público – pasó de una cantidad – ya entonces elevada – que rondaba los 35.000 millones de dólares en 1999 a una cifra que tal vez se multiplique por 5 o 6 al cierre de 2012. Paradójicamente esto ocurre cuando los ingresos del país se elevan de modo importante. Al cierre de 1999, recién culminaba Caldera II,  Venezuela tuvo como ingresos petroleros una cantidad parecida a los 16.000 millones de dólares; pues este gobierno, sólo en los últimos seis años – dicho por el propio candidato-presidente – ha sumado una cifra de 350.000 millones de dólares. Es decir, un promedio cercano a los 60.000 millones de dólares por año.

Al momento de escribir este artículo, representantes de los caficultores de Portuguesa, han señalado que este año tendremos 90.000 hectáreas menos de superficie de cultivo que las de 2011. Productores de arroz han indicado que tendremos en 2012 poco menos de la mitad de las toneladas de producción del año pasado. Es evidente que un país con esos indicadores no es sostenible. Es un tributo al fracaso nunca visto, probablemente con pocos casos parecidos en el mundo. En casi 15 años, con dos periodos presidenciales y una ñapa, ejercidos por una misma persona, es una verdadera extravagancia volver a pedir el voto para otros seis años. Ni un día más de la misma medicina…

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