jueves, 18 de abril de 2013

Los retos del nuevo presidente


Por: Maxim Ross

Después de estos tensos días de elecciones y todavía sin tener un ganador reconfirmado, dada la solicitud de revisión de los resultados por parte de la oposición, el Presidente que se encargue del nuevo período gubernamental va a enfrentar un verdadero desafío en materia económica y política, y digo en ambas vertientes porque la una está soportada en la otra. No se trata, esta vez, de medidas económicas convencionales, como si nos encontráramos en una situación normal. Por un parte, porque el legado de compromisos que se vienen acumulando obliga a decisiones más allá de lo cotidiano y, por la otra, no pueden descartarse los escenarios que dejan las elecciones para identificar las restricciones políticas.


La realidad que está por delante



Dos grandes campos aparecen en el ambiente económico, unos, a corto plazo, determinados por la exagerada expansión de los gastos del año anterior, principalmente en el Gasto y el déficit Público y el récord en las importaciones y otros, a mediano plazo, con serias dificultades para regresar a una senda sostenible de crecimiento y baja inflación. En el medio de ambos periodos está el problema cambiario, el cual, según se maneje puede tomar un curso más incierto o regresar a una ruta predecible. El Gasto y el déficit Público crecieron en forma desproporcionada, tanto que en términos nominales como reales, si comparamos 2012 con 2011. Las importaciones llegaron a un máximo histórico de US$ 60.000 millones y, por primera vez, en el último trimestre del año pasado la cuenta corriente de balanza de pagos fue negativa, cuando este número ha sido siempre positivo en los últimos años, máxime con precios del crudo  por el orden de $ 103/b.



En el mediano plazo la situación se presenta algo más comprometida, en primer lugar porque habría que vencer las restricciones y obstáculos que frenan un crecimiento sostenido de la economía que no se soporte en el convencional "impulso fiscal", lo que ya de sí plantea un cambio cualitativo en las medidas que lo promueven y, ese crecimiento tiene que materializarse en un ambiente de baja inflación, esta vez sí de un dígito, para transmitir bienestar y empleo efectivo para los venezolanos.



En el mismo periodo de tiempo el campo de la situación externa presenta retos y desafíos mucho más exigentes, no solo por la necesidad indispensable de estabilizar el valor del bolívar y llevarlo a zonas mucho más predecibles, sino porque los saldos de balanza de pagos presentan cifras bastante fuera de control, no por los valores de las importaciones a que hicimos referencia, los cuales requieren acciones urgentes, sino porque en rentas, servicios y flujo de capitales muestran cifras dignas de un alerta temprano. Como si no fuera poco, los pagos de la República y Pdvsa por el servicio de deuda externa serán crecientes en este periodo gubernamental. Sabemos, además, que la capacidad de producción petrolera ha mermado considerablemente y que los precios internacionales no van a producir un repunte capaz de darle un salto a los ingresos externos.



¿Puntos de encuentro para las soluciones? 



Como puede notarse no estamos enfrentados a medidas convencionales y, probablemente se requiera un gran acuerdo para impedir que Venezuela termine en una ruta de empobrecimiento muy similar a la que produjo la crisis económica y política que vivimos luego de los años ochenta y que vino culminando a finales de los noventa. Que no se vuelva a repetir una situación similar depende de la capacidad de la dirigencia política para llegar a acuerdos relevantes. Como se ha hablado de diálogo y reconciliación de un lado y, del otro, de que ese diálogo es solo con el pueblo, no con las elites, todo pareciera indicar que no parece viable y represente una salida para la realidad que hemos presentado.



Sin embargo, al parecer se abre una ruta de probable entendimiento si, de verdad, el documento que aparentemente han escrito algunos asesores del actual gobierno es auténtico y sincero en su diagnóstico y sus recomendaciones. Coincide notablemente con las ideas y recomendaciones que hicieron profesionales para la MUD, con muchas de las que hemos planteado reiteradamente y con el sentido común. Quizás esta sea una vía, reconozco poco convencional, pero fructífera que podría ser ensayada para evitarle a Venezuela una crisis económica y política de grandes proporciones.
En ese sentido las coincidencias.

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