sábado, 27 de febrero de 2010

Más allá de sus narices

Por: Pompeyo Márquez

Cuando observamos la primitiva reacción de los principales voceros del oficialismo frente a la renuncia que hace el gobernador Henri Falcón a su militancia en el PSUV, una organización carcomida por la lucha grupal, llena de arribistas y oportunistas, burocratizada como todo partido organizado desde el poder, no podemos menos que acudir al refranero popular y decirles que no ven más allá de sus narices.

No sólo son incapaces para gobernar, comenzando por el autócrata, sino también sordos y ciegos ante lo que sucede en la sociedad venezolana.

El más elemental análisis de lo que ocurre conduce a la afirmación de que este régimen entró en declive y se acerca una definición de la crisis. Como toda crisis política, tiene características ineludibles: se incorporan nuevos actores cada día que provienen del campo oficialista, y por tanto crecen las fuerzas que buscan una salida democrática, constitucional y pacífica y nada tiene de raro que el comienzo de su solución sea inédita, vale decir que nadie puede prever exactamente cómo va a ser el desenlace. Esa es la historia de Venezuela. Podríamos citar varios ejemplos.

Daremos dos: Uno, cuando muere el dictador Gómez el curso que toman los acontecimientos con López Contreras y Medina.

Dos: El 23 de enero, fruto de una resistencia contra una dictadura militar que en sus últimos años tomó el atajo del terrorismo. Se planteó como una necesidad la formación de la más amplia unidad nacional para poner fin a ese régimen de terror y alcanzar el funcionamiento democrático que durará 40 años.

Transición que se efectuó pacíficamente con Larrazábal a la cabeza, un desconocido hasta ese día, y un movimiento dirigido por un grupo anónimo bajo el tradicional nombre de Junta Patriótica.

Llegó la hora de cambiar. Basta de tantos odios, desaciertos, violaciones a la Constitución Nacional. Hoy se puede gritar a los cuatro vientos que existe una mayoría que repudia la actuación del régimen. Esta autocracia militarista con tendencias totalitarias al estilo cubano fracasó y debe ser reemplazada por un gobierno de amplitud que inicie la reconstrucción del país que ve destruidas sus instituciones, su aparato productivo, su convivencia democrática.

La Carta de Falcón a Chávez resume un poderoso sentimiento nacional de reconciliación nacional, de respeto a la Constitución, de ponerle fin a las actuaciones de un autócrata que se cree dueño del país. Una sociedad dirigida de esa manera, dividida y sometida a los odios primitivos de un hombre y de sus fanáticos seguidores, sólo puede generar una involución histórica y a una involución en la calidad de vida.

Llegó la hora de cambiar. El 26 de septiembre es el inicio de ese cambio. Ganar la mayoría de la Asamblea Nacional y originar una nueva realidad política que tome en consideración las urgencias nacionales en las esferas más diversas tanto sociales como políticas. En esa dirección la palabra clave es la unidad de propósitos con una plataforma que vaya más allá del 26 de septiembre, que anuncie una nueva aurora y salgamos de esta pesadilla que abruma a la mayoría de los venezolanos.

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