martes, 28 de septiembre de 2010

¿Y ahora qué?

Por: Enrique Ochoa Antich

La
semana pasada anuncié que hoy escribiría acerca del celebérrimo Plan B, entelequia de la que algunos pocos hablan con fruición digna de mejor causa, y afirmé que era uno solo: seguir en la lucha.

Hoy escribo el viernes 24, es decir, dos días antes de las elecciones parlamentarias. Así que lo hago con base sólo en una incertidumbre. Sin embargo, creo que me es dado decir que, al margen de los resultados que a la hora de la publicación de esta columna ya deben conocerse, sean cuales ellos sean, el futuro nos ofrece a todos un desafío común. Ahora toca a los demócratas reafirmar una ruta y profundizarla.

Varios puntos pueden ser destacados:
1.Internalizar en nuestras conciencias que el proyecto totalitario en Venezuela, aún siendo sólo el propósito de una secta minoritaria, se apoya en un proceso histórico profundo que le otorga fortaleza, en la participación de millones de desposeídos que necesitan de una esperanza de redención social que el caudillo mesiánico les ofrece (en un fenómeno que colinda con lo mágicoreligioso), y en una unidad de mando que le otorga coherencia en el discurso, sentido de pertenencia y eficacia.

2. Valorar la unidad, más allá de lo electoral, como la de la nación, estrategia que debe incluir un diálogo fecundo con las masas chavistas y con sus sectores democráticos, e insistir en ella dotándola de una dirección política eficaz que asegure coherencia en el discurso y la propaganda y evite los colosales errores que, en diversidad y dilapidación de recursos mal orientados, a este respecto cometieron las fuerzas democráticas durante la campaña.

3. Comprender que, aun así, la unidad no basta, pues tan importante como ella es el acierto en el discurso, su contenido, su orientación popular y no de clase media (como sigue siéndolo en su forma y contenido y a las muestras me remito: frente a una consigna psuvista que hablaba de pueblo -hasta el "pa’" lo emblematizaba-, las consignas de la oposición eran abstractas -unidad, cambio, otro camino, etc.- propias de un actor y un destinatario de clase media; el tono de la voz en las cuñas radiales de uno u otro bando también fue elocuente a este respecto). Un discurso que, por lo demás, tenga la capacidad de fomentar un sueño, una ilusión, una promesa que seduzca y movilice al pueblo a su alrededor.

4. Finalmente, proseguir en el colosal esfuerzo por refundar a los partidos, que deben haber salido fortalecidos como concepto y algunos pocos (tres, cuatro) como entes en sí, únicos instrumentos políticos organizados capaces, más allá de sus atrofias e imperfecciones que son muchas, de otorgarle a la Venezuela democrática una dirección política eficaz, disciplinada y coherente que pueda mirar al 2012 con esperanza.

Son sólo algunos aspectos, enunciados aquí y sobre los que volveremos una y otra vez en el porvenir inmediato.

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