lunes, 29 de noviembre de 2010

Alineado o alienado

Por: Fernando Sánchez Arias

De
nada sirve en un equipo gente que actúe como borregos guiados por un pastor, sea este malo o bueno. El seguir al pastor de forma pasiva y dócil nos convierte en muy malos seguidores, incapaces de agregar valor a las tareas que exige la dinámica grupal de la cual somos parte.

No importa que trabajemos como líderes o como miembros de equipo en una familia, casa de estudios, empresa, unidad del Gobierno o comunidad organizada, nuestra responsabilidad es garantizar que el equipo logre sus objetivos cuidando el cumplimiento de las leyes y normas socialmente aceptadas, garantizando que lo planificado se alcance, que los logros se den cuidando los recursos financieros y de otra índole, y que se hagan realidad sin dañar el ambiente y la gente.

Esto exige que las cabezas, corazones, cuerpos y conexiones espirituales de cada persona con la cual laboremos e interactuemos estén alineados para que sepan qué, cómo, dónde, cuándo y por qué hacer lo que tienen, deben y desean hacer en el equipo. Que este saber esté alineado con el querer del corazón, con el hacer del cuerpo y con el creer de la conexión espiritual.

Sin embargo, no nos engañemos ni cometamos el grave error de confundir alineación de equipos humanos de trabajo con alienación de su gente. Un equipo se empobrece cuando la gente que la integra carece de criterio y de inteligencia para mostrar opciones distintas y mejores a las planteadas por los líderes. La gente de un equipo saludable y capaz de producir resultados altamente sobresalientes, es capaz de generar ideas creativas, de innovar, de respetuosamente mostrarle a su líder lo que es acertado y lo que no, para asegurarse de que lo que están haciendo e invirtiendo es lo mejor para todos.

"Necesito tu corazón fiel a nuestro propósito, pero tu cabeza crítica para garantizar que lo que hacemos y perseguimos es ético, efectivo, económico y ecológico".

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