jueves, 2 de diciembre de 2010

Cuento de Navidad

Por: Aglaya Kinzbruner

Un niño conocido mío me preguntó el otro día si Santa Claus era chavista. Me quedé algo fuera de base y le pregunté: "¿Por qué?" Ni corto ni perezoso el niño contestó: "Muy sencillo: viste de rojo, es gordo, trabaja sólo una vez al año y le da regalitos a la gente que deja caer como de muy arriba".

Los niños de hoy en día son tan distintos de cómo era uno a la misma edad. Pero hay que tomar en cuenta que ven televisión y videos a toda hora, ya al año van para el maternal y oyen hablar de política todo el santo día. No es de extrañar que a los tres años ya sepan que quienes hacen los regalos son papá y mamá.

No son niños prodigio ni inclinados al genio, son los niños de su tiempo que con las revelaciones de Walid Makled y los sabios pronunciamientos de Rangel Silva han hecho una ensalada nada diplomática y que se mueren de la risa con el nuevo mejor amigo de Santos y Chávez, sin que le crean nada en absoluto a ninguno de los dos.

Este cuento me lo mandó uno de mis amigos chiquitos, chiquito en tamaño pero gigante en ingenio.

Cuentan que San Pedro estaba sentado en una nube delante de la Puerta del Paraíso y a los que iban llegando los ponía en cuenta que debido a la gran cantidad de gente que se moría en Navidad debían especificar a qué se debía su deceso, por lista eso sí, porque el Cielo ya abarrotado por la explosión demográfica, más la explosión de muerte y violencia, además de los explosivos, tantos que en un embarque de enseres personales desde Venezuela llegaron al país de arribo metidos entre prendas íntimas, tenía las manos llenas por así decir.

Obedientes, las almas vestidas en sus túnicas blancas iban desfilando: "Yo soy de la lista Tascón decían unos­ nunca más conseguí empleo y me morí de hambre". "Yo soy de la lista Maisanta, me botaron de toda vaina, me metí a buhonero, un haitiano me contagió el cólera y me morí como un tonto". Otros se identificaron con la lista de Pdvsa. Uno dijo que se consiguió un carrito para vender donas en un parque pero de noche vinieron unos cubanos, se comieron las donas, le robaron el carrito y le dieron una paliza.

Así fueron llegando hasta que llegó un alma vestida de rojo, unos soles relucientes en el pecho y un Kalashnikov al hombro. San Pedro lo reconoció al vuelo.

"Pero tú no estás muerto", dijo a manera de pregunta.

"Sí, sí, estoy muerto, en todo caso no soy más que un zombi. Yo soy de la lista Makled". "¿Por qué no te vas al infierno?", preguntó amablemente San Pedro.

"Ahí es donde fui primero dijo el zombi pero el diablo me dijo que soplaban aires de democracia y se aceptaban bandidos, sicarios, asesinos, pervertidos, destripadores, hasta a la nueva Canciller de España ya le estaba reservando un puestecito en la Sección de Rompe Pelotas con castigo homónimo. Sin embargo, luego se me quedó viendo y me dijo: "Gorilas, no, ¡qué asco!" "¿Y ahora para dónde voy?"

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