miércoles, 22 de diciembre de 2010

Se acaba el 10 y llega el 11

Por: Soledad Morillo Belloso

El
año 2010 termina mal. Con miles de damnificados por las lluvias y millones de damnificados por la pésima gestión del Gobierno en materia económica. Con un par de miles en procesos judiciales injustos cuyo único propósito es la persecución política y el silenciar las voces disidentes. Con una inflación que según fuentes oficiales roza el 30% (la más alta del mundo) y un desabastecimiento que pone los pelos de punta. Con una situación absolutamente inestable en materia de entidades bancarias pues, las que no se ha cogido el Gobierno, viven en permanente estado de sospecha, no sabemos sospecha de qué, pero sospecha al fin. Con una moribunda Asamblea Nacional que a las carreras produce leyes como churros, con el único objeto de respaldar los caprichos de "micomandantepresidente". Con un Tribunal Supremo de Justicia con nuevos magistrados escogidos a la machimberra y, de nuevo, para asegurar que lo que haga el Gobierno sea ley certificada por el máximo tribunal. Con las arcas medio vacías, con recursos escasos, gracias al despilfarro y el "meta la mano" de los funcionarios de Estado. Doce años de Gobierno de "micomandantepresidente", en los que han ingresado al país la bicoca de unos 999.000 millones de dólares y los venezolanos estamos mucho peor que en los peores momentos de la cuarta república.

Chantaje
El 2010 termina con lluvias y chantaje. A mí nada de lo que haga este Gobierno, o deje de hacer, me sorprende. Pero no me acostumbro. Ni quiero acostumbrarme, porque eso sería darme por vencida. Y eso, aviso a mis detractores, no va a pasar.

Aquí lo que ocurre todos los días, mañana, tarde y noche, es un Gobierno haciéndole añicos la lógica a los ciudadanos. Eso es de esperarse en un Gobierno de milicos, un Gobierno nepótico y autoritario. Pero el país no es de unos militares que desviaron el curso, sino de millones de civiles que, no sólo somos mayoría, sino que somos los verdaderos propietarios de un país al cual salirse del esquema militaroide le tomó casi dos siglos y toneladas de sangre.

Ver a Chávez disfrazado de aceituna verde rellena de pimentón pone de bulto que el hombre carece de la más elemental conciencia civilista. Nadie de sus "íntimos" tiene el coraje de decirle la verdad: que no estamos en guerra, que no es esto una conflagración, sino una emergencia por causa de inclementes lluvias. No nos han invadido ningún país (bueno, salvo Cuba, pero esa es otra historia). Somos objeto de unas vaguadas que han derrumbado miles de viviendas y puesto en condición de damnificados y/o afectados a ya más de cien mil ciudadanos.

Pero Chávez no sabe sino estar en campaña. Él es un eterno candidato. Y su tratamiento de la emergencia no es otra cosa que una campaña más en su haber. Él no piensa en la emergencia; piensa sólo en las elecciones de 2012. Por eso es pésimo como rescatista. Por eso no hace sino embrollar más todo el ya muy complejo asunto. Por eso no piensa sino en cómo sacarle punta para su beneficio electoral a toda esta tragedia. Las gentes que perdieron sus viviendas, sus corotos y hasta sus seres queridos le importan un bledo. Chávez no ve seres humanos; ve votos. Hoy, como antes y como siempre, saca cuentas.

El juego
Estamos a días del año 2011. Año preelectoral. Año en el que se moverán las piezas del juego. El 5 de diciembre dará comienzo el "encuentro" entre las fuerzas de oposición y las del Gobierno en la nueva Asamblea Nacional. No tenga el lector la menor duda que allí podrá pasar cualquier cosa. Los diputados de la democracia serán minoría, 65, por ahora... Pero no faltarán a las sesiones, no cederán ante los ataques que recibirán y, sobre todo, no callarán. No la tendrán fácil, pero tienen muy claro (y debemos tenerlo nosotros también) que son minoría sólo porque la Asamblea actual inventó una ley de procesos electorales que es una verdadera aberración. Pero en la realidad, no es sólo que los venezolanos votaron mayoritariamente a favor de la auténtica democracia (52 y tanto por ciento), sino que ellos sí sienten, sí saben, sí están conscientes que un diputado representa al país, a los ciudadanos, no sólo a quienes votaron por él o ella.

Cosas y más cosas
En 2011 pasarán cosas. Cosas importantes. Cosas graves. La inflación se disparará aún más. El Gobierno saqueará a las empresas privadas y amenazará de muerte a cuantos se le opongan o se atrevan a elevar una crítica. Pero a pesar de todo su poderío económico, mercantil, militar, etc., el Gobierno no logrará vencernos. ¿Por qué? Porque no tenemos madera de esclavos.

En lo que queda de aquí al 2012, "micomandantepresidente" recurrirá a las vaguadas de 2010 como la excusa para todo lo que no ha hecho o en lo que ha fracasado. Y se lanzará con los más almibarados discursos para justificar su pésima gestión de gobierno. Cuando Chávez se pone cursi, no hay quien le gane.

Colette Capriles, atinadamente, dice que el Estado se ha convertido en un gigantesco cajero automático, del que sólo Chávez tiene la clave para extraer dinero. Dinero, por cierto, que no es de él, ni del Estado. Dinero que es de cada venezolano. Pero Chávez cree que esos cobres son de él. Chávez no rinde cuentas. El sólo pontifica. Chávez decide inconsultamente dónde poner cada cobre. Y encima, para beneficiarse de su magnanimidad, los ciudadanos deben aceptar dos cosas: 1. Jalar; 2. Jurarle por lo más sagrado que se votará por él y por sus focas en 2012. Es un perverso y monstruoso chantaje, de la peor especie, de la peor calaña.

El 2011 es año de paso. Es como una escala en un largo viaje. Dentro de dos años, cuando llegue el día de las elecciones y todavía haya miles de damnificados de las vaguadas de 2010, ya veremos a Chávez diciendo que la oposición le impidió proceder con la construcción de viviendas dignas. Culpará a los gobernadores y alcaldes de la alternativa democrática. Alguien tiene que pagar los platos que él rompió.

Lo que no dirá, pero usted debe saber, amigo lector, es una cosa: la verdadera tragedia de este país no es una vaguada o un terremoto. La peor tragedia es tener a Chávez y sus secuaces comandando el país, exterminándolo, más bien.

Megaelecciones
En 2012 habrá elecciones. Megaelecciones. No sólo elegiremos presidente, sino también gobernadores y alcaldes y seguramente concejales y miembros de juntas parroquiales. En 2011, seguramente elegiremos al candidato presidencial y a los que nos representarán en las elecciones regionales y municipales.

Hay que hacerlo tarde en el año, pero a tiempo para que los candidatos puedan recorrer, ojalá varias veces, los espacios y entrar en contacto directo con los electores. No será una campaña mediática, porque el CNE se encargará de imponer cientos de regulaciones para impedirlo. Será una campaña sensorial, en la cual las palabras clave serán "unidad" y "cambio".

Si queremos que esta tragedia se acabe hay que sentar en esos escaños a civiles competentes y honestos, que quieran al país más que a sí mismos.

Entretanto, un descansito no viene mal. Hay que respirar y recobrar energías.

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