miércoles, 22 de diciembre de 2010

La lista de un solo deseo

Por: Elizabeth Fuentes

Okey
: Le hago caso a Alejandro Botía e intento esbozar eso que popularmente se conoce como "Nuestros Mejores Deseos para el Año que Viene".

O sea, la listica de propósitos que siempre elaboramos y jamás cumplimos, pero esta vez vista en grandote, como quien agarra el mapa de Venezuela y cual General en Jefe le va clavando banderitas de colores del tipo "Aquí a lo mejor ganamos, Aquí no... Por Aquí vamos a penetrar al enemigo, por este lado lo vamos a acorralar..." y así sucesivamente hasta que el Atlas casi desaparece ante tantos colorinches de batallas de embuste.

En fin, se trata de elaborar un ejercicio estratégico, donde alguien juega a que todos sus deseos se cumplen después del 1º de enero (asunto que a veces, y sobre todo recientemente, se ha vuelto excesivamente popular para mi gusto) y culmina su jornada satisfecho, aunque tenga que celebrar su triunfo en solitario, ya sin botas ni charreteras ni chaleco antibalas ni guardaespaldas.

Un hombre desnudo, como el cuento del Rey, que finaliza patéticamente el día, solo en su cama, sin nadie que de verdad lo quiera desinteresadamente y lo abrace por lo que es y no por lo que representa. Entonces y por lo mismo, me dispongo a hacer mi listica, humildemente, no vaya a ser que una termine también así, tan sin nadie.

Y he aquí mi Primer Gran Deseo para el 2011, que aunque luce sencillo, créanme que no: ¿Será mucho pedir, por caridad de Dios, que la propaganda oficial cambie el tono?

¿Por qué razón toda la promoción de lo que hace el gobierno (que por cierto, para eso fue electo, para que lo hiciera) tiene que venir aliñado con ese llantén, con aquel soundtrack lastimero, ese "mensaje subliminal" del pobrecitos nosotros, donde los locutores casi lloran vendiendo las bondades de un banco o una Ley, una fábrica de celulares o una finca expropiada?

¿Cuántas tomas le hicieron a las señoras que se secan las lágrimas justo cuando le dan las gracias al Presidente porque, supuesta, presuntamente, les solucionó su problema habitacional?

Excepción, al Cesar lo que es del César, de la propaganda de Pescalba, donde en los testimonios a favor del gobierno filman a unos pescadores furibundos, porque ahora sí están pescando para el pueblo y aseguran, casi a punto de darnos un coñazo, que Pescalba es puro amor o algo así.

Y como los tipos lo dicen como si nos estuvieran regañando, el asunto ha llenado de angustia a más de uno porque, visto lo que andamos viendo, pues a mucha gente le ha dado por creer en eso de El Secreto y El Mapa del Tesoro y todo aquello de la energía positiva y cómo nos afectan las rabietas ajenas.

Entonces, si esos señores hacen su trabajo con esa arrechera, pues vaya usted a saber si los pescados no vendrán como envenenados, energéticamente hablando, digo yo, y el dineral despilfarrado en la propaganda oficial culminará por afectar las ventas entre los comeflor, lo cual, capitalistamente hablando, podría inducir al cierre de la Pescalba Socialista porque mucha gente dejaría de confiar en un producto obtenido con semejante nivel de agresión.

Toda una contradicción irreconciliable, como diría cualquier marxista recién llegado. Que si ya Hugo ordenó que eliminaran su imagen y semejanza de cualquier proyecto fracasado, a doce años de la revolución ya va siendo hora de que disimulen un poquito de alegría por lo que están deshaciendo.

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