lunes, 20 de junio de 2011

De autocracia a democracia

Por: Pompeyo Márquez

Hay que hablarle claro al país. La crisis profunda que sacude a Venezuela no comenzará a ser superada mientras tanto no se derrote a la autocracia militarista y se inicie un funcionamiento democrático de la sociedad venezolana. Esto cubrirá un período.

Recorrer este camino implica contar con un amplio movimiento de Unidad Nacional ya que el autócrata agrede a toda la sociedad. Tenemos una oportunidad para iniciar este recorrido y son las elecciones del 2012, para lo cual requerimos de un candidato de Unidad Nacional, escogido mediante primarias, y una visión de la unidad, no como mero ejercicio electoral, sino como instrumento para conquistar el poder y garantizar la gobernabilidad democrática.

Debemos concebir ese movimiento unitario para derrotar electoralmente a la autocracia y gobernar unitariamente durante el período que transitemos para reconciliar a los venezolanos, unir al país e iniciar la reconstrucción del aparato productivo mediante la inversión estatal, privada nacional e internacional, bajo el concepto de una economía mixta como pauta la Constitución, respetando a la propiedad privada, a la empresa privada.

Una de las tareas más trascendentes es la recomposición de las Instituciones: el Poder Judicial, con su caudal de regímenes penitenciarios y tribunalicios, bajo el imperio de la defensa de los derechos humanos y de la justicia. La institución Fuerza Armada de acuerdo con el artículo 328 de la Constitución. El Poder Electoral basado en el mandato Constitucional de unos rectores apartidistas y no como hoy cuando lo integran cuatro damas, convictas y confesas miembros del PSUV. En fin, institucionalizar a la República Civil, que deseche para siempre la bota militar y se haga práctico lo que ordena la Constitución de que Venezuela "es y será para siempre democrática".

Reconciliar a los venezolanos y enterrar tantos odios promovidos desde el poder, que se acentúan cuando el autócrata en aplicación de aquello de amigo-enemigo, propio de regímenes totalitarios, discrimina a más de la mitad de los venezolanos y venezolanas. Un país en estas condiciones no está en capacidad de progresar, de ahí que sea fundamental esa reconciliación y hacer que el territorio nacional nos sirva de asiento a todos y no se considere propiedad de una minoría de militares y civiles que conducen al país por un despeñadero.

Por cierto, esa camarilla tuvo en sus manos la mayor suma de dinero que gobierno alguno haya tenido, tuvo un respaldo mayoritario y fracasó. Hoy debe pagar ese fracaso. El centro del debate político ­en nuestra opinión­ no debe perder este centro.

Son estos temas el corazón de ese debate. Y por supuesto, ello iría acompañado de ofertas que conformarían una visión de país diferente al que nos quiere imponer esta camarilla militar-civil, a la cual debemos desalojar democráticamente, pacíficamente, en diciembre de 2012.

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