viernes, 11 de diciembre de 2009

Si los hombres aprendieran de las mujeres…

Por: Patricia Lara Salive

En la aleccionadora entrevista que el miércoles le publicó El Espectador, ella hizo reflexiones que bien vale la pena recalcar, con la remota esperanza de que la Virgen de Los Remedios nos haga el milagrito de que algún amigo le mande a nuestro Presidente, quien no lee periódicos, un mensajito de texto contándole lo que dijo su colega. Y Dios quiera que también lo reciban esos otros “machos”, tan atornillados como Uribe a ese poder que los hace sentir más grandes, seguros, fuertes, atractivos y amados… Me refiero a esos pobres de Chávez, Ortega, Correa, y ahora Evo, para no hablar de Zelaya quien, por esa misma libido, llevó a Honduras al desastre que vive hoy.

Oigamos, pues, a la Bachelet quien, con un apoyo de 76%, bien podría repetir presidencia, pero no va a hacerlo porque la estética no se lo permite. Michelle, entre otras cosas, dijo:

“Creo que en la vida como en la política hay que ser ético y estético. Jamás cambiaría una situación para beneficio personal. Si yo alguna vez hubiera pensado que hay que hacer un cambio a la Constitución, habría mandado un proyecto de ley que hubiera entrado en vigor desde el próximo gobierno en adelante (…) No es una buena política que las personas arreglen las legislaciones, el mundo político, la autoridad a su tamaño. Los cambios en las leyes, en las instituciones, tienen que ser para mejorar la situación del país, no las situaciones personales”.

“Algunos dicen que el poder es sexy. Pero a mí no se me ha generado esa droga. El boato no me impresiona (...) Lo que sí he visto es que tiene que ver en algunos casos con la ambición personal, que puede ser ambición de fama. También he visto que hay en esto algo vinculado al género (…) No quiero caricaturizar..., pero... parece ser que en el caso del hombre se ofrece una suerte de atracción fatal más potente por el poder (…) Lo he visto en jefaturas diversas (…) Hay gente espléndida, encantadora, (pero) cuando llegan a un cierto cargo se transforman en pequeños dictadores”.

“Una mujer (…), Gilligan, ha hecho estudios de neurociencia basándose en observar cómo el niñito y la niñita resuelven los conflictos en los jardines infantiles. Ella dice que todos quieren resolver el conflicto (por eso no digo que los hombres llegan al poder a hacer una cosa mala y las mujeres una buena), pero las mujeres, cuando resuelven un conflicto, buscan el win-win solution. Buscan que el resultado sea bueno, pero no a costa de muchos heridos en el camino, sino de que ojalá todos salgan ganando. En cambio, los hombres se preocupan más por el resultado que por el proceso”.

Pensándolo bien, ¡qué bueno sería que, en Colombia, donde se han recorrido tantos caminos fracasados para lograr la paz, ensayáramos el único que no se ha probado: elegir durante un par de períodos a dos presidentas. ¡La primera podría ser Shakira! (¿Ya la vieron hablando de educación en Oxford, en el mismo escenario en que lo hicieron Churchill, Newton, Dalai Lama y Sor Teresa de Calcuta?). Luego podría ser cualquier otra… Así, el país sería más alegre, pacífico, educado, próspero y, por consiguiente, más feliz…

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