martes, 3 de mayo de 2011

Desamor en tiempos del cólera

Por: Juan Carlos Aptiz

Entre el sida y el cáncer terminal, dice nuestro admirado novelista Mario Vargas Llosa, son las opciones de los peruanos en la venidera segunda vuelta electoral del país sudamericano, por tener que elegir entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori.

Ya en 2009 hizo uso de la misma exageración, aunque ahora ratifica abiertamente su rechazo a la candidatura de la sucesora nipona, a la que llamó “hija de un dictador, criminal y ladrón”.

No obstante, me temo que el encolerizado escritor deja en el tintero otros tiempos verbales, pues en un futuro se dirá lo mismo del otro candidato presidencial, financiado una vez más por el gobierno chavecista.

En realidad, la cólera ya ha participado como protagonista en la vida del Premio Nobel de Literatura 2010, o por lo menos, eso es lo que se infiere de las confidencias de los también escritores Carlos Fuentes y José Luis Cuevas.

Según éstos, Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez eran los mejores amigos, inclusive habían estado viviendo juntos en Barcelona, España. Ambos se guardaban admiración y respeto mutuo al grado de que cuando García Márquez publicó Cien años de soledad, Vargas Llosa dedicó un libro igual de voluminoso: Historia de un deicidio, exclusivamente para analizar el libro del colombiano.

También, del escritor inca es La tía Julia y el escribidor, novela autobiográfica que gira alrededor de la primera esposa y tía del escritor, Julia Urquidi; cuya influencia siguió por muchos años. Luego, Patricia, sobrina de aquélla y prima de Mario, se convirtió en la segunda esposa de éste y en la piedra angular del conflicto con García Márquez.

En efecto, en una oportunidad Patricia se lamentaba de la más reciente aventura amorosa de Mario y se quejó con Gabo, que la visitaba en la residencia que el matrimonio Vargas Llosa tenía en España. Gabriel, medio en broma, le dijo a Patricia que la ayudaba a vengarse haciéndose su amante.

Aquella no entendió la broma, lo rechazó airada y se lo contó a su esposo; con el añadido de que le restregó en la cara una frase que lo hiriera aún más: “Para que veas quiénes son tus amigos, mientras tú andas quién sabe dónde, ellos vienen a proponerme que me haga su amante”.

Cabe resaltar, Gabriel y Mario no volvieron a encontrarse en España. El encuentro fue en la ciudad de México, en la que se proyectaba un documental sobre los sobrevivientes de los Andes, narrado por Vargas Llosa.

Gabo vio a Mario y abrió los brazos para felicitarlo por su locución en el documental, al tiempo que decía “Mario...”, cuando fue violentamente interrumpido por un derechazo de Vargas Llosa, que le gritaba: “¡Traidor!”.

Entonces, García Márquez cayó al suelo con los brazos abiertos, sin haber hecho el menor intento por defenderse tras la sorpresa del amigo que reaccionó violentamente. Al cholo, mientras tanto, lo sujetaron para evitar que continuara con la golpiza y pateara al magullado.

En definitiva, parece que a este guía de capa y espada se le olvida que la ira no es buena consejera, sólo eso puede explicar tanto desamor por su terruño, al declarar: “Votaré por Humala con la esperanza de que sea como Lula, no como Chávez”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario