jueves, 27 de mayo de 2010

CHÁVEZ QUIERE QUE GANE SANTOS

Por: Nicolas Acosta

Tal vez usted crea que me enloquecí pero no: de verdad lo creo. A primera vista, lo acepto, puede parecer que una persona como Juan Manuel que ha sido un abierto y férreo contradictor de las políticas del presidente Chávez, así como un consumado enemigo personal del mismo, sea quien menos querría el mandatario venezolano que ganara las elecciones. No obstante, lo que no estamos percibiendo es que lo que quiere Chávez no es más que continuar un juego de irrespetos y amenazas que hagan ver a Colombia como un enemigo de su nación y que ayude a remendar sus deteriorados índices de popularidad.

Lo primero que hay que mencionar es que es muy poco plausible que ocurra una guerra con Venezuela. Los venezolanos saben lo perjudicial que sería esto para la ya deteriorada imagen de ese país en el mundo y, lo que resulta aún más contundente, están perfectamente conscientes que Estados Unidos podría llegar a intervenir militar y/o económicamente; hechos que dejarían devastado tanto a Chávez como a Venezuela. Por el lado colombiano existe una razón muy sencilla para no ocasionar una guerra: no tenemos nada que hacer frente a la cantidad de armas, tanques, aviones y equipos de guerra con que cuenta Venezuela hoy en día; nos acabarían en menos de dos días. Por esto, afirmar que el objetivo de las constantes amenazas de Chávez o las fuertes respuestas de Santos sea el de un ataque real, es altamente improbable.

Este objetivo, más bien, hay que buscarlo en la misma situación interna de Venezuela. El crecimiento económico del país ha sido uno de los pocos que sigue en números rojos y que se ha previsto a ser cercano a 0 al terminar el 2010. Asimismo, la inflación no debe ser menor a 25% o incluso el 30%. Pero lo que es aún peor en términos políticos para Chávez es que la gente está empezando a sentir las repercusiones de sus malas decisiones. Las personas no están encontrando leche en las tiendas, la violencia es generalizada y la crisis energética aún no se ha podido solucionar del todo. Todos estos episodios junto con muchos otros han desembocado en una vertiginosa caída de la popularidad del mandatario que ya alcanza el 30% y en una desaprobación de su gestión cercana al 60%.

Así las cosas, con todo lo anterior y teniendo en cuenta que Chávez es un obsesionado con el poder, no es difícil darse cuenta que el mandatario venezolano ha optado por la penosa estrategia política de inventarse contradicciones y conflictos para mantener sus índices de popularidad altos. Todo esto con el ánimo de generar un rumor generalizado de que existen enemigos de su gobierno tan poderosos e inescrupulosos (el presidente Uribe o Santos, en su defecto) que son capaces de echar mano de lo que sea para acabar con su mandato así se deba acabar con Venezuela primero. Esto, como es apenas natural, hace que la gente lo rodee y lo apoye sin importar si comparten sus ideas y políticas pues ya no se trata de necesidades insatisfechas, que pasan a un segundo plano, sino de la supervivencia del pueblo como nación. Aunque estemos o no de acuerdo con él, lo apoyamos por que es quien nos representa como nación y es a la nación misma a la que están irrespetando. Por esto, sin importar quién sea el presidente lo vamos a apoyar.

El cauce por donde circula toda esta estrategia es precisamente por el discurso armamentista y “patriótico” en contra de Colombia que maneja el presidente Chávez y que encuentra su perfecta consumación y complemento cada vez que cualquier funcionario colombiano le responde a sus ataques, acusaciones y medidas infundadas. Es en esta medida que me atrevo tanto a hablar de un “simple” juego en el que nos ha metido el presidente Chávez, como a afirmar que aquel que mejor le caería a este juego hoy como presidente de Colombia es un candidato dispuesto a responderle sus acusaciones y amenazas. El candidato entre Mockus y Santos que mejor se ajusta a este perfil es, sin duda, Santos.

El mensaje, entonces, se reduce a que lo que debemos pensar alrededor del tema de Chávez no es quién pueda enfrentar mejor un posible conflicto con el vecino país sino, más bien, si la mejor decisión es elegir a alguien que sea duro con el discurso o alguien que sepa llevar las cosas y entienda el verdadero fondo de los ataques de Chávez para no seguirle su juego.

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