Perú: entre el pasado y el abismo
Por: Edinson Martínez
Como es natural los ojos del mundo político y analistas de toda
Latinoamérica, por decir lo menos, están puestos hoy en el Perú. Alejandro
Toledo en uno de sus actos de cierre de campaña, señaló en palabras más,
palabras menos, que esta cita electoral sería “elegir entre un pasado oscuro y
un salto al vacío", en clara referencia a quienes según las encuestas
aparecen como favoritos.
El pueblo peruano posee una “extraña” naturaleza
electoral. En 1990 le otorga sorpresivamente el triunfo por primera vez a
Alberto Fujimori, derrotando al tal vez más notable y prestigioso de todo los
peruanos, el escritor y posteriormente premio Nobel Mario Vargas Llosa. Se
inicia un período de diez años de abusos que hoy tienen al “chino” en prisión
por delitos de lesa humanidad. Alejandro Toledo -por cierto, el primer
presidente de origen indígena en nuestra América y no Evo Morales– ocupa la
presidencia después de la turbulencia política que se vivió en aquellos años en
que se verificó el ventajismo y fraude por Fujimori en su reelección por
tercera vez.
Luego vendría el actual presidente Alan García que derrota en segunda
vuelta, al hoy aparentemente favorito Ollanta Humala. Los electores peruanos se
han dado con la misma piedra varias veces. Con Alan García, desde luego, ya antes
fue presidente; con Humala que casi lo fue hace cuatro años.
La elección de hoy tiene varias particularidades que vale la pena
comentar. La primera de ellas es que el gobierno de Alan García ha sido uno de
los mejores, por lo menos en la última década, con logros significativos en el
campo económico que ha hecho crecer la economía sostenidamente y en niveles
promedios del 7% y en el último trimestre por sobre el 9% –por cierto sin
inflación, la cual promedia la envidiable cifra para los venezolanos de entre 2
y 3 por ciento anual, y, bien vale la pena acotar, que Perú no tiene petróleo
para exportar, hecho este que obviamente, como el caso venezolano, habría hecho
que sus indicadores económicos se abultaran milagrosamente–. La segunda
consideración es que la suma de las preferencias electorales de los tres
(Toledo, Castañeda y Kuczynski) candidatos con oferta democrática y logros
tangibles cuando han ejercido gobierno, superan ampliamente al favorito Humala
que ronda el 28%. Es evidente que el desacuerdo o para decirlo de modo más
sutil, la falta de entendimiento entre ellos, logrará que Ollanta Humala gane
la primera vuelta y la segunda se dispute entre lo que el propio Toledo
premonitoriamente ha sugerido al cierre de su campaña.
Y, una tercera consideración -tal vez muy empírica de mi parte– sobre
nuestros pueblos, para quienes metabolizar la democracia les ha sido tan
supremamente difícil. Perú ha sido testigo del drama del fujimorismo; del
terrorismo inspirado en ideologías que se trasmutan en sectas del terror y el
fanatismo. Del populismo oportunista y vacuo que nos deja al final del camino
con las manos vacías –en cuatro bloques como diríamos en el Zulia–. Sin embargo,
hoy se debate entre el fujimorismo representado por una bisoña, carismática y
heredera política que sólo puede remitir al pasado de su padre. Y Ollanta
Humalla, que se hace identificar como “el nacionalista”, mezcla de personalismo
militarista, y, obviamente populista, que ofrece las soluciones mágicas y
mesiánicas al muy estilo latinoamericano a problemas tan complejos y extendidos
de nuestro atraso.
En nuestra américa morena, se pueden agotar en
minutos entradas a 700 dólares para ver a Paul McCartney –acaba de suceder en
Lima–, y luego ir a un baño público o privado que no tiene agua, bajar el
vidrio de nuestro carro y arrojar la basura a la calle para no tenerla dentro,
y un presidente hacer una cadena nacional de radio y TV por horas para hacer
chistes e insultar a quienes se le oponen.
Hay preguntas que debemos hacernos desde el fondo de nuestra psiquis,
desde nuestro inconsciente colectivo, para conocer por qué, por ejemplo, en
Japón donde el planeta casi acaba con ellos y el drama humano en las ciudades
afectadas por el terremoto primero, un tsunami después, y luego una tragedia
nuclear, hasta el momento no ha habido una sola disputa social, saqueo o
alboroto que desdiga de su condición cívica. Sea con la política, sus ofertas y
las aspiraciones de la gente, y mucho más allá de ella, comprendiendo que hay
otras esferas de la vida igualmente importantes, estamos obligados a revisarnos
desde la más honda dimensión humana.
Este artículo lo termino de escribir el mismo
día en que se realizan las elecciones en Perú.
Ciudad Ojeda. 10-04-2011
Humala representa a Chavez y copiaria las experiencias bien malas de Chavez y sus asesores , Perù sentiria el atraso de su economìa por mala implementaciòn e implantaciòn de polìticas erradas que sòlo llevarian al caos a un paìs que se perfila como uno de los mejores de Amèrica Latina, que Dios los guie
ResponderEliminarExcelente articulo, Fuera Humala
ResponderEliminarNo estoy sorprendido por tu análisis, siempre con una agudeza, sencillo de entender, comparto tus reflexiones, me gusto la forma como lo presentaste, cabe añadir que lo que esta pasando o pasara en Peru es digno de observar y aprender, tres figura de un mismo "patio" por no entender esa máxima que dice " en la unión esta la fuerza" les paso, en las elecciones del 2012 deberían estar de acuerdo de ir a esa contienda mas que unidos en objetivo, unidos en criterio.
ResponderEliminarBUEN ANALISIS....¡¡¡
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