Por: Teodoro Petkoff
Chacumbele ha dicho que "de no haber contado con un Estado fuerte no
habríamos podido hacer frente a la emergencia". El Presidente coloca la
carreta delante de los bueyes. Es precisamente al revés. Mucho tiene que
ver con las distintas tragedias habidas no la fortaleza del Estado sino
precisamente su debilidad.
El Estado sólo se hace presente cuando ocurre el desastre, pero durante
años y años, cuando debiera estar alerta, monitoreando y vigilando la
situación de las obras, entonces nunca se ve al Estado. En estos casi
catorce años la situación ha empeorado porque el gobierno ha venido
destruyendo sistemáticamente la institucionalidad estatal y creando
simultáneamente una paralela, plagada de vicios, ineficiencia y corrupción,
incapaz de garantizar las funciones elementales del Estado y que lo ha
debilitado aún más.
De no ser así, sólo podría explicarse como una coincidencia la cantidad de
grandes males que se han abatido recientemente sobre el país.
Pero no es
coincidencia.
Es que ya en los diversos ámbitos donde se ejerce la función del Estado, la
infraestructura humana y física de este ya no da más, como producto de
década y pico de desidia, negligencia y corrupción.
El Estado no puede con las cárceles, que constituyen un verdadero tumor
purulento en el cuerpo del país. Pero tampoco puede con el hampa, que le
gana la batalla de cada día. Recientemente se produjo la masacre de la
cárcel de El Rodeo I, una más de las que casi mensualmente, en mayor o
menor escala, tienen lugar en todos los penales del país. ¿Habla esto de la
"fortaleza del Estado", como asegura Chacumbele? El Estado no puede con
puentes y carreteras. Recientemente se cayó el puente de Cúpira y en
diversas regiones del país hay puentes caídos desde hace varios años, sin
que se hayan tomado medidas para recuperarlos. Están olvidados. Muchas
carreteras transforman en un suplicio la circulación por ellas. ¿Es esta la
conducta de un Estado fuerte?
La reciente explosión en Amuay, que tantas
vidas humanas cobró y tantos daños materiales causó, ciertamente exige una
investigación a fondo para poder pronunciarse a ciencia cierta sobre sus
causas, pero hay evidencias suficientes de que, de no haber sido por la
negligencia que desestimó alertas y advertencias de los propios
trabajadores, la tragedia habría podido evitarse. Como habrían podido
evitarse los 300 y pico de accidentes y los 77 fallecidos que jalonan la
administración chavista de la industria petrolera.
¿Estado fuerte? Chávez ha debilitado el Estado cuando lo hizo crecer de
900.000 trabajadores a sus dos millones y medio actuales, la mayoría sin
funciones específicas pero cobrando. Esto es obesidad, no músculo.
Chávez
ha debilitado el Estado al sustituir trabajadores veteranos y eficientes
por recién llegados provistos de carnet partidista, sin ninguna
experiencia. Chávez ha debilitado el Estado al vincular la estabilidad
laboral a la lealtad a él y al partido. Chávez ha debilitado el Estado al
envolver a sus trabajadores en una espesa neblina de miedo.
Las desgracias vienen juntas porque toda la máquina del Estado está oxidada
y sólo se acuerda de Santa Bárbara cuando truena.