Por: Adolfo Salguiero
El ingreso a Mercosur y/o la legalidad de los hechos políticos que se desarrollaron en Paraguay no son del interés práctico de la mayoría de la población. Los estratos socioeconómicos D y E tienen preocupaciones diarias mucho más inmediatas como lo son el precio de los insumos básicos, el costo de vida, la seguridad, si van a seguir o no las misiones que los benefician en forma directa, etc. De allí pues que el candidato Capriles haya dedicado gran esfuerzo y tiempo en recorrer el país para abordar precisamente esos temas y proponer soluciones rápidamente implementables para resolver las preocupaciones más urgentes de esos sectores mayoritarios del colectivo nacional. Por ello resulta tan visible el éxito de la campaña casa por casa en todas las latitudes de la geografía donde la gente quiere ver a un "flaco" de carne y hueso informándose y recogiendo inquietudes en lugar de un ya desgastado -y supuestamente enfermo- conductor de cadenas televisivas quien desde Palacio promete que en el futuro sí hará lo que hasta ahora no ha hecho durante catorce años de hegemonía política y bonanza económica sin precedentes en toda la historia nacional.
No obstante, aun cuando la mayoría no lo considere prioritario, es evidente que las consecuencias de una decisión en la que se compromete al país a seguir conductas comunitarias reguladas por compromisos internacionales amerita que los actores de ese reparto tengan el derecho a decir algo en tanto y en cuanto serán ellos los constructores del éxito o del fracaso del compromiso asumido.
Es por eso que en la tan denostada Venezuela anterior al arribo del castrocomunismo al poder, los gobiernos "apátridas, traidores, colonialistas y vendidos" de entonces manejaron el ingreso de nuestro país en 1960 a la ALALC (Asociación Latinoamericana de Libre Comercio), luego transformada en 1980 en ALADI (Asociación Latinoamericana de Integración) como en su momento al Acuerdo de Cartagena (1973) devenido luego en Comunidad Andina de Naciones, llevando adelante negociaciones en nombre del país pero en estrecha consulta con el colectivo político (oficialista y opositor) como con los factores creadores de la riqueza: empresarios y trabajadores organizados. Es así como con mayor o menor dosis de conformidad según el caso pero con notable grado de participación y consulta, Venezuela no sólo se hizo parte de esquemas integracionistas importantes sino que en todos los casos (especialmente en el Andino) llegó a asumir la batuta en cuanto a cifras de comercio e intercambio además de liderazgo político sustentado en su alto grado de desarrollo democrático y apego -relativamente razonable aunque no fanático- al respeto a las reglas de juego.
Hoy vemos cómo sin consulta alguna con nadie, se nos retiró de la Comunidad Andina, del G3, se pretende aislarnos del sistema regional de protección de los Derechos Humanos e insertarnos en alianzas de dudoso pelaje todo ello sin la participación ni el protagonismo de más nadie que la voluntad del Jefe del Estado ejercida más allá de sus atribuciones y ciertamente olvidando antiguas promesas.
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