jueves, 6 de agosto de 2009

LINA RON…UNA HEROÍNA ABATIDA

Por: Rafael del Naranco

Lina Ron no es un personaje aventado de la novela “Crimen y castigo” de Fiodor Dostoievski en una de sus crisis epilépticas, aunque hubiera encajado en cualquiera de sus folios.

Quizás, de pasada, se hubiera enamorado de Raskólnikov, observándolo tan alejado de la gente en un rincón de la taberna.Uno ve más a esa rubia oxigenada -o tal vez no, y su pelo sea natural-, ojos vivarachos, pómulos redondeados, vestida siempre de manera estrafalaria y llevando tras ella una recua de personajes fantasmagóricos llamándola “madrecita”, como sacada de un relato de las “Estampas Rusas” de Iván Turgueniev.

Allí las campesinas perdidas, envueltas en un humo blanquecino, un humo de cenicienta, buscan refugio en una morada, una “ishba” grande igual a un hombre al estilo y corpulencia de Ivánovich Surin, el jugador y borracho empedernido en “La hija del capitán” de Pushkin.

No la vislumbro en una playa de Yalta paseando a la caída de la tarde a la orilla del mar Negro a su perrito faldero, cuyo relato de exquisita finura y penetración psicológica, nos legó Antón Chéjov. Lina Ron es, parodiando a Mijaíl Lérmontov, una heroína de nuestro tiempo, un Pechorín femenino, cuyas metas se le escapan por las hendiduras de su piel cobriza.

Rebelde sin causa durante mucho tiempo, halló en Hugo Chávez el recipiente de sus frustraciones de años, y en el se volcó con una fogosidad sin contornos, jurando que solamente comenzó a ver, sentir, anhelar, penar y resquebrajar sentimientos al conocer al visionario barinés.

La manera de actuar por libre y hablar con desparpajo, le ha traído infinidad de encontronazos en estos años con el partido oficialista, cuyos más significativos personeros la tratan a distancia. El propio Presidente la tiene en salmuera, y aún sintiendo hacia ella un requiebro de admiración, fueron más las veces en que debió llamarla al orden a cuenta de su actitud exacerbada cuya secuelas, al decir del Jefe del Estado, “dan armas al enemigo para atacarme y acusarme de dictador”, tras el ataque bárbaro a Globovisión.

Hoy está en una celda, y tras las palabras durísimas de Chávez, acaso para largo. No se aflija mujer: en política nada es para hoy ni mañana, todo depende de las circunstancias y sus intereses.

La Comandante de los desparramados no está sola, hay mucho pueblo pie en tierra tras de ella. Es incontrolable, es cierto; ahora bien: ¿cuánta de su violencia fue sembrada con las semillas de las arengas candentes de Hugo?

Las revoluciones acaban comiendo a sus hijos a dentelladas. La Ron puede cambiar ese destino si lía los bártulos y se acopla; si lo hace, ya no será ni su sombra. Durante diez años fue usada; ahora es un estorbo y se volvió apestosa. En la mazmorra debería leer a Dostoievski; podrá así saborear sus páginas con el encanto de una telenovela, y la salvedad de que los finales dejan un sabor a nuez enmelada.Raskólnikov, con sus sentido de culpa y sus caminos equívocos, terminó leyendo el Evangelio.

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