sábado, 30 de enero de 2010

A Julio César por siempre

Por: Edinson Martínez

La semana pasada se nos fue Julio César Màrmol. Una llamada telefónica de un viejo amigo me preguntaba sobre el comentario que en twitter circulaba sobre su deceso que aún no registraban los medios de comunicación social. La verdad no supe que decirle y no teniéndo otra idea mejor de inmediato llamé al teléfono de Julio César... después de varios intentos el celular sonaba apagado. Al rato recibí de Jackelin la respuesta que no quería escuchar: ¡Julio César murió!.

Cada quien tiene su modo particular de recibir y procesar en segundos este tipo de noticias, algunos como yo, simplemente nos quedamos callados y en microsegundos una película -¡que mejor modo de recordar a un amigo como julio César que con una película imaginaria que nos llena la memoria con esos retazos de momentos compartidos!- se mete en nuestros ojos con las imágenes de nuestro ser querido.

Tuve la ocasión de conocer a Julio César hace unos cuatro o cinco años atrás, fue una especie de amistad a primera vista, con la facilidad con la que seguramente muchos de sus amigos más cercanos descubrieron en él; al poco rato ya estábamos hablando de literatura, cine y su devoción por el tango. Todo a un mismo tiempo con su voz grave y de trueno con una confianza como si hubiésemos sido amigos de siempre. Comenzamos la grabación, después de seleccionar durante un domingo agotador de siete a siete, de la mañana a la noche, los actores y actrices que harían la primera radionovela de esta parte del Venezuela -Ciudad Ojeda- en una versión de "Filómena Marturano", con voces locales, su adaptación y dirección personal.

En los momentos libres y durante otras ocasiones, me animaba a mostrarle parte de mis relatos cortos escritos bajo el influjo de esa pasión solitaria, eventual debo decir, y de intensa devoción cuando buscaba el tiempo adecuado, a la que he querido dedicarme con mayor propiedad. En algùn momento a mitad de lectura me preguntò:
-¿Tú eres economista, verdad?
-Sí-le respondí, y con un gesto que debió haber sido muy propio de él. Me dijo:
...¡que economista del carajo...! Dedìcate a escribir, escribe todo lo que se te ocurra, escribe poesía, cuentos, escribe...

A Julio César le debo la publicación de mi relato 1214 -ése es su titulo- por el Instituto de Cultura Peruana en el libro "Narradores y Poetas del 2006" y la promesa de publicación que aún espero por concretarse de "En tus ojos negros de ayer" de Trazo Literario, en Cordoba, Argentina.

Compartir con Julio César, de tenerme entre sus tantos agregados en su lista de messenger y de vez en cuando pedirle una opinión "en caliente" por la internet, significó para mi una experiencia inigualable. Agradezco a su gesto humilde y siempre atento el que me dedicara con mayor seriedad a escribir. Agradezco a la vida los momentos que compartimos y su estímulo siempre oportuno. A Julio César por siempre en nuestros recuerdos.

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