sábado, 2 de enero de 2010

Un año difícil

Por: ADOLFO RIVERO CARO

Mi primer, fervoroso deseo, al inicio del 2010, es que nuestro público se mantenga activo, alerta y consciente. No lo digo por gusto. Hace pocos días, un joven nigeriano pretendió volar un avión que iba de Amsterdam a Detroit. Quizás lo hubiera hecho de no ser por la agilidad y presencia de ánimo de Jasper Schuringa, un pasajero holandés que se abalanzó sobre él y consiguió neutralizarlo. La reacción inicial de nuestra increíblemente inepta secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, fue afirmar que el sistema había funcionado perfectamente.

No estamos en tiempos corrientes. El escenario mundial está lleno de siniestros peligros. En el pasado, nuestras fuerzas armadas nos escudaban de los mismos. Después del 9/11, sabemos que eso ya no es posible. No enfrentamos ningún país sino una vasta red de individuos convertidos a una variante del Islam que justifica los actos terroristas, les garantiza aprobación divina y les asegura gratificación en el más allá. Que estas sectas existan no es nada extraño; lo extraordinario es que, a nombre de la tolerancia y el multiculturalismo, los países occidentales les hayan permitido, y les permitan, predicar la Guerra Santa contra Occidente (yihad) y reclutar terroristas. Esto ha sido particularmente lamentable en Gran Bretaña. No es un hecho aislado. Por increíble que parezca, a la hora de prevenir actos terroristas, nuestras autoridades han prohibido el llamado perfil racial (racial profiling). Para no ser consideradas racistas, prohiben que se preste especial atención a un grupo racial o étnico, digamos los jóvenes del Medio Oriente. En un aeropuerto, por ejemplo, sólo se examinará a los pasajeros números pares (algo totalmente neutro) y si ese número par coincide con una monja o con un viejo en una silla de ruedas, y los nones coinciden con jóvenes árabes será lamentable pero hay que seguir las orientaciones. Esto, evidentemente, es el camino del suicidio cultural y nacional. El impacto de la realidad está obligando a cambiar esta situación, pero lenta y trabajosamente.

Como el político más izquierdista que haya llegado nunca a la presidencia de Estados Unidos, Obama cree que la hostilidad contra Estados Unidos está justificada. Es por eso que le ha dado la vuelta al mundo dando excusas por el comportamiento de nuestro país. Es por eso que ha insistido, desde el primer día, en que no se debe hablar de una guerra contra el terrorismo. Al parecer pensaba que eso no era más que el injustificado alarmismo del gobierno anterior y, quizás, que una de las causas del terrorismo era llamar terroristas a los enemigos que nos atacan. Con una actitud desoladoramente ingenua, Obama ha creído que la hostilidad republicana a esas tiranías era un simple prejuicio político, ignorando que los gobiernos republicanos --Reagan, los Bush-- agotaron todas las formas posibles de llegar a un mínimo acuerdo con nuestros enemigos. Inútilmente.

Obama no sólo le ha extendido la mano a la teocracía iraní sino que, una y otra vez, ha ignorado su oposición. Hace pocos días, millones de iraníes salieron a las calles a manifestar contra el gobierno y, como sabemos, la reacción de la teocracia fue ametrallar a los manifestantes. Sin embargo, la reacción del gobierno americano no pudo ser más pálida. No hubo ningún apoyo a la heroica oposición iraní. Sin duda, el gobierno ha desperdicidado una oportunidad excepcional. Y no se trata de un problema banal. Recientemente se ha sabido que técnicos iraníes han estado ensayando un ``iniciador de neutrones'', un dispositivo para ojivas nucleares sin ningún uso pacífico. La teocracia insiste en que su programa nuclear es pacífico. Esto, sin embargo, no parece coherente con las constantes pruebas de misiles. Hace pocos días, por ejemplo, ensayaron un Sajil 2, que tiene un alcance de 1,200 millas y puede golpear objetivos en Israel y el sureste de Europa. ¿Cuál fue la respuesta del gobierno de Obama? Decir que la prueba ``socavaba la confianza en Irán''. Por favor. Irán está a punto de conseguir armas atómicas y Obama parece más hostil a Israel que a la teocracia. Espero que tengamos suerte en el 2010. Nos va a hacer mucha falta.

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