sábado, 23 de enero de 2010

Violencia y concertación

Por: Oswaldo Barreto

En 1928, Curzio Malaparte escribía: "En casi todos los países, al lado de los partidos que manifiestan su decisión de defender el Estado parlamentario y de practicar una política de equilibrio interior, es decir, liberal y democrática (son estos los conservadores de todos los matices, desde los liberales de la derecha hasta los socialistas de la izquierda), hay partidos que plantean el problema del Estado en el terreno revolucionario: son los partidos de extrema derecha y de extrema izquierda, los catilinarios", es decir, los fascistas y los comunistas.

Los "catilinarios de la derecha temen el desorden. Acusan al Gobierno de debilidad, de incapacidad, de irresponsabilidad. Defienden la necesidad de una sólida organización del Estado, de un control severo de la vida política, social, económica. Son los idólatras del Estado, los partidarios de un Estado absoluto.

En un Estado centralizador, autoritario, antiliberal, antidemocrático es donde ven la única garantía de orden y libertad, el único dique contra el peligro comunista.

"Todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado", afirma Mussolini. Los catilinarios de la izquierda apuntan a la conquista a la conquista del Estado para instaurar la dictadura de los obreros y de los campesinos. "Allí donde hay libertad no hay Estado", afirma Lenin".

Representan estas palabras el núcleo del prólogo que el mismo Curzio Malaparte colocara a su libro Tecnica del colpo di Stato, publicado por primera vez en Francia en 1931 y sólo en 1948 en el país donde habían sido escritas por el autor, cuando era militante activo del fascismo.

Y han sido tan celebradas y tan apasionantemente discutidas desde entonces las complejas y originales tesis que el autor sostiene sobre el golpe de Estado como vía de conquistar y ejercer el poder, que la sagaz clasificación de los regimenes políticos presentadas en el prólogo (y aquí citadas en extenso) es casi desconocida en los predios de la política y de la politología.

No obstante no hemos traído esas imponentes palabras, los platillos de nuestra Balanza, con el ánimo de desagraviar a nuestro apreciadísimo autor, sino para resaltar la actualidad que en estos tiempos de globalización tiene la contraposición de fondo y forma que el autor establece entre las corrientes políticas que consideran que el poder debe ejercerse por métodos violentos y los que consideran que todo acto de poder debe realizarse a través del diálogo y la concertación.

Es lo que en estas tierras o en tierras remotas podemos ver hoy día: ya no es cuestión de limitarnos a considerar a los regímenes como dictaduras o democracias, distintas por ser de izquierda o de derecha, o por buscar implantar el socialismo, el capitalismo o alguna otra híbrida forma, pre o posmoderna. Malaparte nos habla de los verdaderos fantasmas que hoy recorren el mundo.

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