jueves, 10 de mayo de 2012

Por fe y razón

Por: Simón García 

De cuando en vez uno se topa con un preocupado interlocutor que manifiesta alguna crítica sobre la campaña o sobre elcandidato. Asunto normal porque ni una ni otro están exentos de fallos, como lo expresa el lugar común que nos recuerdaque ni el Papa es infalible. 

Además, aunque no todos los que dirigen lo hagan, conviene seguir la regla del benedictino italiano San Anselmo deCanterbury, según la cual en toda opinión siempre hay, al menos, un gramo de verdad. Incluso si se cree adivinar un fugazatisbo de satisfacción en quien critica. 

Entre gente inclinada a votar contra el continuismo, aparece esporádicamente el señalamiento sobre la falta de carisma, de contenido o confrontación en el candidato de la unidad. La crítica en buena medida refleja el acostumbramiento a un patrón de liderazgo que tiene en exceso los puntos señalados. 

Henrique Capriles tiene un carisma no autoritario, que no es lo mismo que carecer de él. La prueba de su existencia es laforma como triunfó en las primarias y el entusiasmo que suscita en la relación directa de las visitas casa por casa. Una tercera, en contrario, es el empeño del oficialismo en tender un muro de agresiones para evitar las conexiones contagiosas entre el candidato de la unidad y los habitantes de zonas populares bajo su influencia. 

Un aspecto donde mejor se refleja el carisma democrático de Henrique Capriles es en el tema del lenguaje y el contenido. Es llano, directo, sincero. Sabe oír y le interesa comprender lo que otros piensan. Si usa el lugar común es porque, como también señaló San Anselmo en el 1080, la gente "entiende lo que está en su entendimiento". El despreciado lugar común, descendiente mejorado del habla vulgar, tiene la fuerza que da la indiscutida aceptación de la mayoría. Es como una hipótesis que todo el mundo ha comprobado por sí mismo o se fía de ella frente a la abundancia de los que la afirman. Y sobre todo, en este combate, es una herramienta muy eficaz. 

La candidatura de Henrique Capriles es en sí misma, símbolo de una confrontación. Inicialmente sostenida por los partidos, pero que quiere ir más allá de ellos y promovida desde la oposición, que se propone llegar a los que están situados detrás de las líneas rojas. Es la única manera auténtica de hablar de convivencia y avanzarhacia la unificación de todos los venezolanos. La confrontación es una, pero no la principal vía para una victoria pensada en el país de un día después. 

 Lo más relevante es que Henrique Capriles está promoviendo las aspiraciones sentidas por la gente: el derecho a vivir sin los acosos de la inseguridad, el restablecimiento de la convivencia entre los colores políticos, la posibilidad de acceder a un trabajo estable decente, contar con una educación de calidad para todos y un Estado eficiente y solidario. Está en marcha un proyecto de país que por primera vez no está atado a una etiqueta ideológica sino a una visión humanista y social del progreso. Está emergiendo un modelo alternativo al poder autocrático y continuista. En la única vía para frenar al continuismo se están encontrando, parafraseando a San Anselmo, la esperanza y la razón.

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