sábado, 5 de mayo de 2012

Una ley contra el trabajo

Por: Miguel Sanmartín 

 La recién impuesta (no debatida, como arguye el régimen farsante) Ley del Trabajo (LOT) desató ya sus nefastos efectos (así planificados, así pretendidos por la truhanería regente, empecinada en diezmar lo que queda del sector privado de la economía, sometido a los designios de Fidel Castro y subordinado a los voraces intereses de Cuba, China, Rusia e Irán) aun antes de su promulgación por parte del Atila Tropical. 

 Algunos empleadores (los que han resistido los embates del corrosivo Socialismo del Siglo XXI), previendo más sobrecargas, intervencionismo e impedimentos (i)legales de los que ya soportan, aplicaron un preventivo "plan recorte". La botazón fue masiva y deplorable. 

 Los mismos trabajadores (los que ayer resultaron víctimas de despidos, los que hoy lamentan la pérdida de algunos beneficios que le otorgaba la ley sustituida y los que mañana pueden verse afectados por el cierre de las empresas donde aún prestan servicio), consideran arbitraria, excluyente y lesiva la modificación hecha al régimen laboral vigente desde 1997. Algunas de sus legítimas aspiraciones y válidas observaciones fueron ignoradas. El proyecto no se discutió. Los verdaderos trabajadores (públicos, privados, autónomos y jubilados) nunca fueron escuchados. Sólo el interés electoralista de alguien que siente la derrota anclada a su espalda y el delirio de algunas antiguallas ideológicas empecinadas en hacer de Venezuela un duplicado de Cuba, explica la conspiración a puerta cerrada y posterior golpe de Estado (promulgación) contra los intereses y derechos de la masa laboral. 

Quienes asistieron (recibieron mil bolívares los movilizados desde el interior) a la marcha oficialista del Primero de Mayo lo hicieron coaccionados: los inscritos en Misiones intimidados con perder las prebendas y los empleados públicos con despidos si se negaban a participar y uniformarse de rojo rojito. También obligados corearon loas al mustio amo-caudillo y recitaron las consignas (por una ley que desconocían y tampoco le cumplirán, como no cumplieron la derogada) diseñadas por los marxistas trasnochados que gozan su media hora de "fama" endilgándose la "asesoría" para armar semejante adefesio (i)legal. 

Este panfleto regulatorio, que algunos tildan de revolucionario, no avivará la economía y tampoco rescatará del subempleo o de la desocupación total a más del 50% de los venezolanos que hoy se encuentran en esa condición. Por el contrario, este instrumento represivo y oneroso fomentará la informalidad, los despidos, contraerá la producción y estimulará el desabastecimiento y la inflación. El TSJ, en otra muestra de sumisión al poder omnímodo, perdió la oportunidad de enmendar el entuerto.

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