sábado, 5 de mayo de 2012

Sana envidia

Por: Adolfo Salgueiro 

Andrés Oppenheimer en su reciente libro "Basta de Historias" aborda el tema de la educación en América Latina y señala -con acierto- cómo a través de la misma se desarrollan actitudes, valores y mitos que inciden de manera determinante en el destino de nuestras naciones a diferencia de otras regiones. En tal sentido explica que en Asia el año escolar dura 243 días en Japón, 220 en Corea del Sur y 200 en Tailandia mientras que en América Latina -y en especial en Venezuela agregamos nosotros- acaso si llega a los 160 cuando descontamos paros, puentes, etc. En China los estudiantes de primaria y secundaria entran a las 7:30 am, salen de la escuela a las 3:30 pm y muchos de ellos siguen de allí a cursos tutoriales donde refuerzan conocimientos por dos o tres horas más. 

Es por esa razón que esos jóvenes ingresan a las universidades sin demagogia, con un nivel de exigencia superior y -una vez allí- requieren de un desempeño eficiente que resulta en la adquisición de hábitos y herramientas que los convierten en más competitivos que sus contrapartes norteamericanos, europeos y ciertamente latinoamericanos lo cual a su vez resulta en mejores notas que en su momento los ubican en puestos de privilegio cuando estudian en el exterior y de allí derivan las mejores oportunidades de empleo. 

Comenta Oppenheimer que en las empresas informáticas Google y Oracle, donde se requiere el más alto nivel intelectual para ser investigador, casi 40% de los mismos son asiáticos mientras apenas 1% son latinoamericanos. 

También revisa el autor la obsesión de los latinoamericanos con la historia que se enseña en forma épica, con batallas y gestas heroicas que resultan en la exaltación de caudillos en cuyas ideas (interpretadas muchas veces a voluntad) se pretende centrar el pensamiento y la identidad nacional en lugar de mirar hacia el futuro y emprender la carrera de la competitividad que nos pueda liberar de la condición de productores de materias primas y convertirnos en creadores de productos del conocimiento y de servicios que tienen mucho más valor agregado. 

La prueba de que ese camino es adecuado está en Costa Rica, tan latinoamericana como el que más y más educada que casi todos. Allí se ha conseguido desarrollar una economía del conocimiento y de los servicios que ya hoy supera a la agrícola tradicional. 

No es entonces por casualidad que el día 12 de marzo pasado, la joven Presidenta de ese país, Laura Chinchilla, al inaugurar la 43° reunión internacional de ICANN (órgano mundial que asigna los nombres de dominio en Internet) (ver el video en http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=8ZRjvy3zfVE) explicó con sobriedad y conocimiento los logros y metas de su país en ese campo. Su alocución (seguramente escrita por otro pero asumida como propia) tuvo el lenguaje de la interconectividad, globalización, plataformas tecnológicas y demás retos del futuro para su país y el mundo. ¡Qué gran distancia con la invocación única de Zamora, Maisanta & Cía. frente a Internet, competitividad, valor agregado y demás temas que parecen ausentes y hasta anatema en la Venezuela de hoy!

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